Primer plano de Vanessa
Redgrave en ‘Blow-Up’, de Michelangelo Antonioni
Dos mujeres, madre
e hija, contrataron de buena fe a un sicario para que matara a otra persona,
vendiera sus órganos y les hiciera entrega del dinero así conseguido. El
sicario resultó ser un estafador, que ni mató a nadie ni vendió ningún órgano,
pero se quedó con la cantidad adelantada por ellas. Como es lógico, las mujeres
denunciaron los hechos a la policía, y estafador y estafadas fueron a parar juntamente
a la trena.
La noticia sirve de
ejemplo perfecto de cómo entienden muchos la dialéctica entre derechos y deberes.
Los derechos (sin deberes anejos, limpios de polvo y paja) los tendríamos
nosotros; los deberes (sin ningún derecho correspondiente reconocido) los tendrían
los demás hacia nosotros.
Más o menos así
funciona la lógica del portavoz de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, cuando
declara que Gabilondo tiene el deber moral de abstenerse en la investidura de
Ayuso, pero rechaza al mismo tiempo el deber moral propio de abstenerse en la investidura
de Pedro Sánchez: «¡Son temas completamente distintos!», ha exclamado.
En efecto, la
diferencia fundamental es que ellos son ellos, y nosotros somos nosotros.
Hace muchos años
Michelangelo Antonioni realizó una película visualmente muy atractiva, Blow-Up. En el arranque, un fotógrafo profesional
veía a un hombre y una mujer muy bella retozar en el paisaje idílico de un
parque en el que estaba trabajando en un reportaje de moda. En el proceso de
revelado de sus fotografías apreciaba un detalle extraño en un rincón y, curioso por ver qué era
aquello, hacía sucesivas ampliaciones (blow-ups)
de la imagen, hasta que resultaba claro que se trataba de los pies de un
muerto medio oculto detrás de unos arbustos. El muerto era el hombre al que
había visto besarse con la mujer fascinante, interpretada por Vanessa Redgrave.
Preguntado el
ilustre cineasta sobre cuál era el “mensaje” (por entonces, el mensaje era
infaltable en una película “de autor”) de aquel despliegue barroquista de
efectos visuales, respondió sin pestañear que era la ruptura entre significante
y significado en la sociedad contemporánea.
Dicho de otra
manera, las apariencias engañan. Pero la cuestión va incluso más allá. Las
apariencias son utilizadas para engañar. Y es posible incluso que el engaño tenga
lugar “de buena fe”. Basta con apoderarse de un significante reconocido; a
partir de ahí, nada más fácil que mutar el significado esperado, el concordante
según la lógica establecida. Si no les han bastado la historia de las dos
mujeres y la del portavoz político, aquí van otras tres espigadas en la crónica
que todas las mañanas pone a nuestra disposición la prensa cotidiana.
1) Un agregado
militar de la comitiva diplomática del presidente de Brasil Jair Bolsonaro ha
sido detenido en el aeropuerto de Sevilla con 39 kilos de cocaína en su
equipaje. Moraleja: el significado “narco” se agazapaba bajo el significante “representación
diplomática”.
2) El llamado “Messi
iraní” es acusado de haber tenido relaciones íntimas con 23 mujeres haciéndose
pasar por el astro del fútbol mundial. Moraleja: él dice que nunca las engañó,
y es posible que sea cierto. A veces basta la ilusión del significante para hacer
creer que se ha entrado en posesión del significado.
3) El equipo de
fútbol femenino CD Tacón, recién ascendido a la división de honor, ha sido
comprado por el Real Madrid, que planea utilizarlo para desembarcar en dicho deporte
empezando desde arriba. La operación, sin embargo, no es tan sencilla. La mística
madridista, su ADN triunfador y el espíritu de Juanito, no se inoculan en un
cuerpo extraño de un día para otro y mediante el simple uso de la chequera para
contratar a las mejores profesionales accesibles en el mercado. De modo que
Florentino Pérez ha decidido que la próxima temporada el club seguirá
llamándose Tacón, y solo en la temporada 2020-21 competirá como Real Madrid con
todas sus consecuencias y prerrogativas. Moraleja: se trata de un intento
realista de aproximar un significante y un significado muy distantes, aunque
sea con fórceps.