Entrega de las llaves de la
ciudad de Granada a los Reyes Católicos.
«No puede ser que quiten
una medida que funciona porque cambie el partido que gobierna», ha dicho Ana
Martín, vecina de Malasaña, madre de dos hijas con las que acudió a pesar de un
sol de plomo a la manifestación en defensa de Madrid Central.
Los lamentos vienen
después de las dejaciones. Boabdil el Chico entregó las llaves de Granada a Isabel
de Castilla y Fernando de Aragón, y mientras se retiraba por los vericuetos de
Sierra Nevada hacia las Alpujarras echó la vista atrás y rompió a llorar. La
sultana Aixa, su madre, lo trató con escasa paciencia. El lugar aproximado del
incidente está señalado hoy como el del “Suspiro del Moro”.
La manifestación en
favor de Madrid Central llega, asimismo, un poco tarde, después de errores
clamorosos de estrategia de las izquierdas madrileñas. Alguien sembró dudas en
el sentido de que Manuela Carmena no era lo bastante de izquierdas, y Errejón nada
más que un socialdemócrata empedernido. Frente a tales enemigos espurios de la
puridad resplandeciente, se arbitraron nuevas candidaturas que, esas sí, eran
fetén.
Nadie puede decir que
quienes obraron de ese modo no estaban advertidos de lo que se avecinaba. Los
lebreles estaban ahí, al alcance, y las liebres seguían discutiendo si eran
galgos o podencos.
Pues bien, Madrid
Central es la primera de las medidas de Carmena que van a eliminar los galgopodencos. Detrás sigue
una larga lista; Manuela es que no paró durante sus cuatro años al mando del
rompeolas de todas las Españas.
Ahora mismo, sin
embargo, los laboratorios de la acreditada plataforma “Izquierda fetén,
desconfíe de las imitaciones”, vuelven a jugar a lo mismo. Nos cuentan Pablo e
Irene que existe un riesgo de que Sánchez se escore a la derecha, y por lo
tanto ellos son partidarios de votar en contra de su investidura a menos que
rectifique el rumbo rápidamente; o cuando menos, prefieren aplazar la
investidura al mes de septiembre.
Espléndido. Después
del “trifachito”, llega a nuestras latitudes una nueva y rutilante categoría
política, el “galgopodencosanchismo”.
Si llega a
consumarse la debacle, mi propuesta es colocar por suscripción popular, en un
punto panorámico de la sierra del Guadarrama, un mojón con la inscripción “Suspiro
de Pablo”.