lunes, 17 de junio de 2019

NUEVAS DINÁMICAS PARA CUANDO NO TODO VIENE RODADO


Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales han venido a corregir la impresión inicial de que el camino de Pedro Sánchez hacia la investidura sería un paseíllo triunfal sobre la alfombra roja. La democracia es compleja, y el país también lo es: una y otro tienden a primar los equilibrios de fuerzas y descalificar las escapadas en solitario.

La pregunta ahora es qué podrá hacer Pedro Sánchez una vez instalado en el gobierno. Descarto la posibilidad ─que existe─ de que finalmente no sea investido y vayamos a una repetición de las generales. La descarto porque sería indicio de una fragilidad inesperada en un hombre ─y en un equipo admirable y compacto de personas─ que han dado muestras hasta ahora de una solidez psicológica y política notable.

Sánchez no tiene Madrid, y Madrid va a configurarse como centro de maniobra alternativo de las tres derechas. Es un inconveniente serio, pero nada más. De hecho, en la etapa Rajoy Madrid ejerció como segunda en el mando, y la conexión telepática entre gobierno estatal y gobierno comunitario funcionó en la forma de una lógica de fondo recentralizadora guiada por una mentalidad administrativa: dar un trato uniformemente burocrático a todas las entidades jerárquicas subalternas, pese a sus muy diferentes pesos específicos y dinámicas. Madrid ocupaba un rango aparte en ese organigrama porque ejercía por las mañanas de autonomía y por las tardes de capital del reino. Omito en este análisis esquemático la presencia continuada de la corrupción, que alimentó la fórmula y se retroalimentó de ella.

La contradicción ideológica entre el gobierno central y el autonómico madrileño tal como van presumiblemente a quedar configurados, romperá la vieja dinámica y puede dar mayor protagonismo a algunas autonomías punteras y a grandes ciudades de negocios como Barcelona, Valencia y Sevilla. Euzkadi y Navarra seguirán como hasta ahora: desligadas ya antes de la dinámica recentralizadora, ni van a ganar ni a perder en la nueva situación.

No hay nada escrito al respecto, sin embargo: lo que aparece son ventanas de oportunidad para cambios en las coordenadas de país y en los ejes principales de circulación de las propuestas innovadoras. Las dinámicas capaces de empujar adelante las posibilidades presentes en esta situación no vendrán solas; va a ser necesario crearlas.

Valencia está hoy en una posición óptima para aprovechar las oportunidades que se abren. Sevilla va a verse previsiblemente frenada por el “pacto a la andaluza” que las tres momias incorruptas de Francisco Franco intentan extender desde allí al conjunto del territorio.

Y Cataluña tendrá que detener una acusada parábola descendente y reajustar con urgencia sus potencialidades reales. Que eso no va a ser fácil se demostró en la ceremonia institucional de la toma de posesión de la alcaldía por Ada Colau. El cruce de la emblemática plaza de Sant Jaume se vio amenizado por insultos (“putas, guarras, zorras”, ¡todo tan previsible!) y un intento de botellazo. Las/los concejales del bloque independentista jaleaban a los manifestantes y se abrazaban a ellos, según cuentan testigos del suceso. Debió de ser eso lo que Meritxell Budó había anunciado como una “respuesta de país”.

El “país” tendrá que elevar mucho el listón de su respuesta si quiere situarse en consonancia con el nivel de las potencialidades de la nueva etapa que se abrirá, ya sin más dilaciones, con la investidura de Pedro Sánchez.