Busto de Pericles, del s. II d.C.,
en el Museo Británico. Pericles fue el líder casi eterno del partido popular
ateniense. Es casi inevitable que aparezca retratado con casco. Plutarco
explica que la forma de pepino de su cráneo era tan imposible para unos
artistas preocupados por el realismo de sus figuras pero más aún por la
estética, que el casco fue el único expediente válido que encontraron para
preservar la dignidad pública del prohombre.
La fiscal del proceso
por la caja B del Partido Popular, Carmen Luciáñez, pide la absolución de la organización
encausada, sobre la base de que el borrado de los portátiles que manejaba Luis
Bárcenas (los discos duros fueron borrados 35 veces consecutivas y finalmente
destruidos a martillazos, conducta que la misma Luciáñez considera “poco
habitual”) no tuvo nada que ver con la hipótesis de un intento de obstrucción a
la justicia. El borrado era legítimo puesto que los citados discos duros eran
propiedad del partido, y “no se causó daño a terceros”.
Quizás Luciáñez
debería explicarse un poco más: definir quiénes eran los terceros que no
sufrieron ningún daño (en efecto, nadie a excepción de los discos duros recibió
ningún martillazo), y explicar por qué considera que el fraude a la Hacienda
pública no comporta daños al Estado de derecho del que ella es valedora y
defensora, ni a los contribuyentes considerados globalmente, en la medida en
que las cantidades detraídas a la autoridad fiscal dejan de redistribuirse en forma
de servicios a la colectividad.
Bárcenas ha
declarado que en sus dos portátiles destruidos estaba contenida la contabilidad
B del partido, pero Luciáñez afirma que Bárcenas no tiene credibilidad. A pesar
de que el hecho de que el PP llevaba una contabilidad B es a estas alturas una
constatación firme y bien asentada oficialmente.
En consecuencia,
afirma Luciáñez que lo que Bárcenas afirma suscita “dudas”, y que cualquier
duda debe resolverse en derecho en favor del reo; ergo del Partido Popular.
Omite la fiscal que tales dudas jurídicamente eficientes deben ser “razonables”,
según el código, y que el argumento que sostiene ella misma es muy poco
razonable. Se opone a la lógica de Aristóteles. Es muy posible que Luciáñez comulgue
en su fuero íntimo con la idea de que Aristóteles era un pánfilo que en punto a
jurisprudencia ni las olía. Aristóteles sostenía por ejemplo que, si todos los
atenienses son griegos y Pericles es ateniense, la conclusión forzosa es que
Pericles es griego. Luciáñez le habría contestado que de eso nada, en el caso
de que Pericles fuera dirigente del Partido Popular (lo era, en efecto).
Luciáñez da de esa
forma un paso innovador en el conflicto derivado de la ruptura entre significantes
y significados, puesto hace años en imágenes por el cineasta Michelangelo
Antonioni y del que se ha hecho eco pocos días atrás otro rincón de estas
páginas.
La catástrofe, sin
embargo, va mucho más allá. El Banco de España está haciendo advertencias públicas
sobre la economía del país, tomando como referencia indicadores que no indican
nada. Primero advirtió de que la subida del salario mínimo repercutiría en un
incremento del desempleo. Se subió el salario y el desempleo no aumentó. (Los
legos en la materia podíamos haber informado al señor Pablo Hernández de Cos,
de forma totalmente desinteresada, de que el problema no está localizado en la “cantidad”
del empleo, sino en su calidad. A nadie le duele demasiado pagar unos euros más
por jornada a la limpiadora que le friega el despacho. El incentivo puede estar
entonces ─cito de los periódicos─ en que lo haga semidesnuda o sin ropa
interior.)
Desde el Gobierno se
emplazó a la autoridad bancaria a pedir perdón por su falso agüero sobre el
salario mínimo. No es estilo de la autoridad bancaria pedir perdón, sin
embargo, de modo que ahora vuelve a la carga con una crítica a la ley (impulsada
por una sentencia del Tribunal Supremo) que carga en la cuenta de las instituciones bancarias
los gastos del impuesto hipotecario de actos jurídicos documentados. Se alega que dicha ley ha conducido a un encarecimiento de las hipotecas.
No ha sido la ley el
desencadenante del proceso, como ha tenido que recordar la ministra Calviño;
sino la nueva preferencia de la banca por las hipotecas a tipo fijo, más caras,
en un tránsito acelerado desde las hipotecas a tipo variable debido a los
descensos continuados del euríbor, susceptibles de disminuir los beneficios
previstos por las instituciones privadas de crédito. (1)
De alguna forma
entonces, y llevando la reflexión a un estrato más profundo, estamos en una
época de significantes inconsistentes y de significados inciertos. Apunten
ustedes en el debe de esta peligrosa tendencia la bandera de España que
sustituyó a la arcoíris en el frontal del Ayuntamiento madrileño durante la
Jornada del Orgullo, y el encausamiento a Quim Torra por haber colocado un
lazo amarillo muy visible en el balcón del Palau de la Generalitat (se castiga lo visible, el signo; no la sustancia).
Estamos metidos de
lleno en la guerra de los significantes. En cuanto a los significados
propiamente dichos, que les vayan dando.
(1) El asunto tiene relación directa con los incentivos institucionales al endeudamiento privado como motor de la economía, un tema examinado en su momento en http://vamosapollas.blogspot.com/2019/06/keynesianismo-privatizado.html