miércoles, 8 de enero de 2020

FLECOS DE LA INVESTIDURA



Aina Vidal, en el centro de la imagen, homenajeada en la sede del parlamento (fotografía publicada en El Periódico de Cataluña). Aina ha sido, de otro lado, víctima de las burletas de la caverna mediática por el hecho de acudir a ejercer su deber cívico de representación, a pesar de muy importantes hándicaps personales.


Se anunció que Pedro Sánchez nombraría de inmediato su gabinete y que la primera reunión del mismo tendría lugar el viernes. Era lo que parecía corresponder, en función de una idea general de apresurarse a recuperar el demasiado tiempo perdido. Sin embargo, ha habido frenazo en la dinámica de los nombramientos. La razón podría estar, según algunas fuentes, en la necesidad de “blindar” los tales nombramientos con currículos libres de toda sospecha, dado que la Brunete mediática no va a dar ni cien días ni tan siquiera cien segundos en las tareas de acoso y derribo del nuevo gobierno, “ilegítimo” desde las coordenadas correspondientes a la España eterna, aunque sea irreprochable según las normas reconocidas de la democracia terrenal.

Paciencia, pues. Todo se andará, siempre que en efecto merezca ser andado. Mientras tanto, el ministerio del Interior ha decidido poner escolta a Tomás Guitarte, diputado por Teruel existe, dadas la cantidad, la desmesura y la gravedad de las amenazas proferidas contra él por voces no tan anónimas del sector ultra patriótico.

No ha sido por lo demás el único amenazado. El estilo del bloque anti investidura no ha estado muy concorde con la recomendación de monseñor Cañizares de “orar por España”. Más bien se ha dedicado a insultar por España interpuesta.

Han protestado por la cantidad y la (baja) calidad de los mensajes amenazadores recibidos por lo menos tres diputadas, Beatriz Corredor, Zaida Cantero y la ministra Teresa Ribera; y el PSOE ha anunciado su intención de considerar delito ese acoso, y remitirlo a los tribunales. Lo cual, conviene aclarar, no significa retornar a la senda de la judicialización de la política, sino en todo caso reclamar sanción jurídica para las malas babas y los resabios venenosos conducentes a manchar y corromper la política.

En este sentido ha tenido gracia que Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz del PP, haya reprochado a la periodista Àngels Barceló que la llamara “perra”, porque se refirió a la “jauría mediática” que ha acosado a los diputados del sí en busca de una fuga de votos.

Curioso caso el de Cayetana: quien se excusa, se acusa. Lo imaginábamos de antes, pero sabemos ahora de su boca y con mayor certeza que se ha alineado personalmente detrás del acoso.

Un acoso que, por lo demás, ha sido ejecutado al toque de generala por todo el campamento de grandes maniobras de la derecha. Lo han practicado al paso ligero los legionarios de Vox, con su estilo bronco y cuartelero; lo han hecho asimismo las huestes de Casado, tan escoradas a la derecha que los ternos bien cortados de Armani se han venido a confundir en la ocasión con el uniforme pardo de faena de la clase de tropa; y finalmente, también han respondido a la llamada los restos dispersos de Ciudadanos, incluida la divina Inés Arrimadas, que no ha desdeñado vestir el uniforme de guerrera, siquiera sea con transparencias vertiginosas y mucho brilli-brilli.

“Jauría” era un término adecuado, como por lo demás demostró la propia Barceló con el diccionario de la RAE en la mano. Lo único extraño en el asunto son los tiquismiquis de Cayetana, tan atenta a señalar la paja en el ojo ajeno sin atender lo más mínimo a la viga en el propio.