jueves, 23 de enero de 2020

"VOLVEREMOS A HACERLO"



Mariano Benlliure, “Suerte de varas”, acuarela.


En el planeta de los toros, a eso se le llama crecerse al castigo. Una vez que el astado se ha abalanzado contra el bulto del caballo protegido por un peto, y ha recibido a cambio el picotazo correspondiente del varilarguero, puede achantarse, actitud comprensible pero que recibe el abucheo unánime del tendido de sol, o bien “crecerse”, o sea insistir con más fuerza para acabar de una vez con el enemigo insidioso.

Algunos políticos se comportan como los toros de lidia: embisten a bulto, pretenden hacer el vacío a su alrededor, y la ofensa calculada de la vara o el rehilete les pone fuera de sí.

En la llamada fiesta nacional, esa reacción es comprensible. El toro ha sido encerrado en el redondel sin invitación previa, sin comerlo ni beberlo, y es hostigado sin motivo aparente de mil maneras, convocado al engaño una y otra vez, y conducido sin tregua hasta la llamada suerte suprema. No se le da otra alternativa, TINA.

Muy distinto es el caso de la política. Quienes se crecen al castigo y afirman que “volverán a hacerlo”, han elegido previamente entre varias opciones una senda determinada para alcanzar sus objetivos. La elección de una práctica política determinada no es neutral ni indiferente al medio social, tiene siempre consecuencias de distintos órdenes, uno de ellos el judicial. Todo el mundo debe ser consciente de que la capacidad de elegir, o de decidir como es más común llamarla ahora mismo, impone una responsabilidad precisa para quien la utiliza. Quien acepta obrar de una manera determinada, no puede rechazar en cambio las consecuencias de esa manera de obrar, si no le gustan. El “no había para tanto” se compagina mal con el “volveremos a hacerlo”.

Muy distinto es el caso de una versión del “volveremos a hacerlo” que aparece, sin conexión ni comparación posible con las aventuras catalanas (quede eso muy claro), en las portadas recientes de la prensa diaria. La cuenta oficial de Vox en Twitter (que tiene, según algún medio, hasta 380.000 abonados) ha sido cerrada, por incitación al odio. Vox acusó sin fundamento al PSOE de promover la pederastia en las aulas. Una barbaridad, con el único atenuante de que es una barbaridad dicha por Vox, y la vara de medir las barbaridades de Vox se está quedando corta desde todos los ángulos posibles: en altura, anchura y espesor.

Entonces, Vox ha reaccionado afirmando que “volverá a hacerlo”. Vox tiene esa característica particular: cada una de sus declaraciones es una amenaza. Cultiva el odio refinado, y dinamita la convivencia. Su objetivo no es gobernar, sino destruir el patrimonio común en nombre del darwinismo social.