Tenemos un gobierno
que responde a la mayoría salida de las últimas elecciones. Es una mayoría
escuálida, sin embargo; en el sentido de que no es ni absoluta ni decisoria por
sí misma. Necesita apoyos externos, tanto en el parlamento, como fuera de él.
En estas
circunstancias ─difíciles, evidentemente─, la pregunta principal no es qué
puede hacer este gobierno por nosotros, sino qué podemos hacer nosotros por el
gobierno. La consigna a difundir debería ser: “Ayuda al gobierno, y él te
ayudará.”
No hace falta mucha
matemática para entender que si la ciudadanía mantiene una posición de
escepticismo, de desconfianza o de indiferencia, el gobierno tendrá que hacer
jeribeques extraños o concesiones sustanciales respecto de los elementos que
conforman el programa con el que se ha comprometido.
La ministra Yolanda
Díaz lo ha explicado de forma pedagógica: técnicamente es una aberración
derogar en todo y de un plumazo la suma de reformas laborales continuadas que
nos han empujado al lugar precario y subordinado en el que estamos ahora mismo.
Sería como dar un salto en el vacío. Primero es necesario legislar, remover
obstáculos, abrir senderos, allanar dificultades. El sentido común indica que
es necesario llenar de agua la piscina antes de lanzarse desde el trampolín.
Pero legislar
tampoco es una cuestión meramente técnica. La legislación adecuada solo puede
llegar a partir del diálogo social. Los sindicalistas tenemos experiencia
sobrada de las dificultades que conlleva traducir la letra de la ley a la vida
real. Legislar por decreto solo es posible cuando existe la fuerza suficiente
para hacer cumplir lo legislado. Para la derecha, esa “fuerza” es la de una
administración de justicia y unas fuerzas de orden público puestas al servicio
de sus intereses.
La izquierda no
debe hacerle ascos a los tribunales, porque la justicia tiene que ser para
todos, y tampoco a la policía cuando cumple con su deber esencial en un estado de derecho, el de dar protección a los
más débiles frente a los fuertes que pueden permitirse enrolar policías
paralelas.
La izquierda es de
este mundo, está radicada aquí abajo, y no en ningún futurible ni en ninguna
esfera ideal.
La izquierda es
plural, además. Implica puntos de vista distintos sobre problemas concretos.
En este momento, lo
esencial es hacer funcionar las sinergias, y no dispersar las fuerzas; buscar
objetivos comunes, y apartar lo que pueda enfrentarnos entre nosotros.
Lo esencial, es ayudar
a este gobierno a cumplir el programa con el que está comprometido, de modo que
este gobierno ─y no ningún otro que estaría más de acuerdo con nuestras
preferencias particulares─ pueda ayudarnos a mejorar nuestra situación, a cambiar las cosas.