martes, 7 de enero de 2020

REFUERZO EN LA AUTOESTIMA DEL BLOQUE DE PROGRESO



Tomás Guitarte, diputado de Teruel existe, ha pasado en cuarenta y ocho horas de virtual eslabón débil de la mayoría parlamentaria a paradigma de la coherencia política.


He seguido con atención las imágenes de la retransmisión del pleno de investidura bis. Ha habido un resultado positivo en el aspecto numérico, y me atrevo a decir que positivo también en otro aspecto: los 167 “valientes” del sí y los 18 abstinentes, con la excepción quizá de Montserrat Bassa pero no siempre se ha de creer a pies juntillas todo lo que se dice en un hemiciclo, han despejado dudas y fantasmas previos y concurrido a la votación reafirmados en un propósito común, que no es otro que certificar la gobernabilidad de España desde una perspectiva genérica de progreso a medio y largo plazo.

Está por concretar todavía el significado que puedan asumir en esta encrucijada política concreta los términos de “gobernabilidad” por un lado, y de “progreso” por otro, que nuestros legisladores habrán de combinar en un cóctel dosificado mediante calibres y mediciones varias capaces de ir delimitando las líneas rojas para un trayecto que se anuncia peliagudo, a fin de que resulte viable y sostenible.

En el refuerzo evidente de la autoestima de nuestras izquierdas entre la primera y la segunda votación para la investidura, han tenido alguna parte la solución templada al asedio sufrido por el único diputado de Teruel existe, Tomás Guitarte, objeto de presiones muy burdas y de amenazas de grueso calibre por parte de mesnadas de guerrilleros patriotas anónimos. Se le ha buscado un lugar recoleto donde pasar la noche de la “vela de armas” con la necesaria tranquilidad, y se ha presentado temprano por la mañana en el templo de la soberanía popular para garantizar su presencia y su voto.

También ha madrugado en el edificio de las Cortes Aina Vidal, la diputada catalana seriamente enferma pero capaz de dejar en un segundo plano su dolencia en un día en el que su voto era imprescindible. De varias maneras se ha expresado el reconocimiento de la porción positiva de la Cámara a su sentido del deber.

Y finalmente se ha activado, por si las moscas, un mecanismo “antitamayista” ideado por Bildu, según el cual los posibles trasvases de voto detectados en la votación pública y nominal irían seguidos por otros tantos vuelcos de la abstención hacia el sí. De este modo, los abstinentes no se han limitado a una actitud pasiva de “dejar hacer, dejar pasar”, sino que han ejercido activamente  de cordón sanitario vigilante contra posibles irrupciones en la votación decisiva del virus del transfuguismo.

Un mecanismo así, inédito hasta donde se me alcanza en la historia del parlamentarismo español y tal vez incluso mundial, ha fortalecido de forma ostensible la unidad plural del bloque que ahora se dispone a dirigir la política en este país, desde el gobierno unos, desde el parlamento todos.

Dadas las difíciles circunstancias en las que nos encontrábamos, y teniendo en cuenta el derroche de grosería y de demagogia desplegado por nuestras también plurales derechas ultramontanas a lo largo de la sesión, habremos todos de convenir que las cosas han ido hoy del mejor modo posible.

Y esa es la mejor garantía de que mañana también va a ser un buen día. Mejor incluso que el de hoy.