jueves, 13 de agosto de 2020

TODOS LOS MOMENTOS SON BUENOS PARA EJERCER LA DEMOCRACIA

La Libertad guiando al pueblo, de Eugène Delacroix, Museo del Louvre. La vida real pocas veces se parece a las obras de los artistas.

 

Claro que sí, la democracia es siempre indispensable, siempre es buen momento para practicarla. Lo están diciendo muchos amigos impacientes. Pero hay muchas maneras de practicar la democracia. Forzar una votación para perderla, sea en el Parlamento o en un referéndum, puede ser muy democrático, pero no es sensato.

Democracia significa contar con todos, no solo con los nuestros. “Contar” implica también echar números, tener una idea clara de cuántos somos los que pensamos igual, y si somos suficientes. Los “otros” no son unos traidores, solo piensan distinto. Democracia es, también, aceptar esa realidad.

La democracia tiene un filo cortante, no es un refugio acogedor, en muchas ocasiones es un sapo viscoso que te ves obligado a tragar. Puedes decir que la culpa la tiene tanta “gente” idiota, la gente no piensa como tú en unas cuestiones.

En otras, sí. En otras cuestiones es posible contar con el apoyo de esos “traidores” que tanto nos molestan. Las cosas no están en blanco y negro, hay matices. Tenemos que consolarnos con eso y tirar para adelante, con el máximo número posible de compañeros de viaje incluso indeseables, por allí donde la trocha parece menos empinada.

Todos deberíamos ser más humildes, porque no poseemos la Verdad luminosa, la Razón flamígera que cegarán y confundirán a nuestros enemigos corruptos.

Avanzar siempre comporta elegir, elegir siempre significa descartar opciones. No descartarlas para siempre, claro, pero sí por fuerza para más adelante, para un “luego” vagaroso y tentativo.

Es un ejercicio penoso pero instructivo, que conviene realizar teniendo siempre muy en cuenta la reflexión de don Venancio Sacristán que José Luis López Bulla nos repite con machacona pedagogía todos los días: “Lo primero es antes.”

Así sea.