viernes, 7 de agosto de 2020

HABRÁ UNA RESOLUCIÓN MUY DURA



Mosca cojonera.


El Parlament catalán va a celebrar un pleno dedicado a la monarquía española. ¡Albricias, un pleno! Desde que la legislatura quedó teóricamente agotada con la aprobación de unos presupuestos generosamente otorgados por una parte de la oposición, y utilizados de inmediato para subir los sueldos del funcionariado, todo estaba transcurriendo entre visillos, y salvados los avatares de los “presos políticos”, ningún tema asomaba a la plaza pública.

En teoría, la monarquía española debería ser la menor de las preocupaciones de un Govern que considera que no es la suya. Es admirable en cualquier caso que, con la pandemia encima, la caída vertiginosa del PIB, y la necesidad urgente de una reconstrucción industrial, el Govern ponga en el calendario de forma prioritaria un plenario dedicado enteramente a la labor humilde de ejercer de mosca cojonera.

La mosca cojonera, como es sabido, es un animal no muy inteligente pero altamente tenaz. Quizá la misma definición sirve para el Govern de la Generalitat.

Yo soy, por edad, una persona de riesgo. Sé positivamente, que si detecto en mí mismo síntomas compatibles con el coronavirus, no voy a tener más remedio que contactar telefónicamente a mi CAP, y ahí me van a aconsejar que no salga de casa, me medique con paracetamol y guarde cama si la fiebre se encona.

No hay infraestructuras sanitarias suficientes para afrontar la actual continuación de la pandemia por otros medios. Ni grandes estructuras hospitalarias ni consultorios suficientes en los barrios y en los pueblos. Tampoco hay síntomas de rectificación del desamparo sanitario en el que nos dejaron Artur Mas y Boi Ruiz. Todo se reduce, al parecer, a que los burócratas examinen cada mañana las estadísticas de contagios y muertos del día anterior: si mejoran las cifras de anteayer, vamos bien; si empeoran, esperaremos a mañana para estar seguros de la tendencia. Si la curva ascendente de contagios se prolonga el tiempo suficiente, se cerrarán algunas discotecas y se restringirá el acceso a algunas playas. Punto. Nada como la eficiencia administrativa para mantener una buena conciencia robusta.

Al parecer el asunto de la salud no merece, ni de lejos, un Plan elaborado de forma seria ni un Pleno del Parlament para debatir los puntos principales de dicho plan. Ahora mismo tenemos los presupuestos aprobados, y hemos pedido oficialmente treinta mil millones al gobierno central de lo que nos caiga de Europa, sin explicar ¡Dios nos libre! para qué lo necesitamos; pero la sanidad pública no figura entre las prioridades políticas, ni presupuestarias.

Hablo de Cataluña, pero lo mismo ocurre en el resto de las comunidades. En Madrid, ejemplo sangrante, piden para el rastreo de contagios a voluntarios gratis et amore; el dinero se reserva sin duda para cuestiones de más enjundia.

No parece el modo mejor de preparar la “nueva normalidad”, cuando voces muy insistentes de expertos internacionales alertan de que el virus ha venido para quedarse y es incluso posible que nunca se encuentre una vacuna. También se está pidiendo, leo en la prensa, una auditoría sobre la frecuencia y la violencia de los rebrotes en España desde el momento en que el avance incontenible de las “fases” salvó a las autonomías del “insoportable autoritarismo” de “auténticos incapaces” como Salvador Illa y Fernando Simón (adviertan las comillas, los calificativos no son míos, son de Herrera, Motos, Inda, Losantos y otros “patriotas irreprochables”, adviertan otra vez las comillas).

Es sin duda el momento oportuno e impostergable para un gran pleno del Parlament catalán que ponga a la monarquía en su sitio. Habrá una resolución muy dura, a no dudarlo. Se fortalecerá la cohesión interna de las fuerzas de la Cataluña prístina frente al enemigo común. Ciudadanos ya ha anunciado su recurso inmediato al Tribunal Constitucional, lo cual aumentará en proporción geométrica la brillantez de los festejos.

Ese es el panorama que se avizora. Seguiremos informando.