martes, 25 de agosto de 2020

DÓNDE RECOSTARÁN LAS CABEZAS

 

Catamarán.

 

Algunos medios andan diciendo que el acoso a la familia Montero-Iglesias en Asturias ha sido un bulo interesado de los podemitas.

Dicen que no hay pruebas. Nunca hay pruebas para quien no quiere verlas. No hay pruebas ─es un simple ejemplo escogido entre muchos─ de que el ‘M. Rajoy’ de los papeles de Bárcenas que cobraba pluses de seis cifras sea el anterior presidente del Gobierno. No hay pruebas de que el hermanillo de Alfonso Guerra tuviese montada en el centro de Sevilla una oficina de tráfico de influencias a la luz del día. Nunca hay pruebas de nada, si la dicha es buena.

El periplo de la familia Montero-Iglesias desde que consiguieron situarse “en el centro del tablero” está resultando especialmente tempestuoso. Hay un ingrediente personal, sin duda; se trata de una pareja que cae, o muy bien, o muy mal, no hay términos medios. Pero ha cargado tanto las tintas del rencor nuestra derechona, que lo que fue al principio una actitud de polémica en términos políticos se ha convertido en odio moruno.

Disculpen lo de “odio moruno”, es un concepto abiertamente racista y supremacista. Me sirve para subrayar por contraste lo bajo que están cayendo en la escala de los valores quienes sostienen que la política debe fundamentarse en principios morales y en las ideas básicas de una civilización cristiana. Resulta que en este verano extraño los defensores de la fe llevan la descalificación y el acoso a las personas hasta un punto en que Irene y Pablo podrían hacer suyas las palabras que Mateo (8-20) puso en labios del secretario general de su movimiento revolucionario popular: «Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.»

Pero Irene y Pablo están ahí para algo. Este gobierno de progreso es como un catamarán asentado en un doble casco, estructura que le proporciona una estabilidad especial en condiciones de mar gruesa. Si las personas que son objeto de esta guerra sucia y ominosa aguantan con firmeza las embestidas laterales, en el centro del tablero así sacudido seguirán pasando esas cosas que tienen algo de magia y mucho de liberación de colectivos oprimidos hasta el ahogo en los últimos años por las tenazas de un régimen “liberal” de mercado.

Que sepan Irene y Pablo, y Pedro, y Yolanda, y Salvador, y Fernando, y todos los demás zarandeados protagonistas de esta saga épica, que tienen en nosotros un apoyo tan firme y resuelto como su misma actitud, y que pueden contar con nuestra protesta justa, y nuestra movilización positiva, en todos los casos en que haga falta y se organice.

Y con nuestro voto.