sábado, 15 de agosto de 2020

DE IDEAS Y DE EMOCIONES

 

Gráficos unidos en la playa de Pineda (2017).

 

Subrayo en el ejemplar que estoy leyendo del libro de Enric Juliana (“Aquí no hemos venido a estudiar”, Arpa 2020, pág. 209): «Las batallas de las ideas siempre las ganan las emociones. Idea y sentimiento son una unidad dialéctica inseparable. Las ideas son sentimientos en frío.»

Son tres afirmaciones consecutivas, y a primera vista, relacionadas entre ellas de forma que la primera lleva a las siguientes. No me parece que sea así, sin embargo.

Ensayo una redacción alternativa, una enmienda parcial.

[Me excuso por la pejiguería, no hay derecho, estamos en el día de la Virgen de Agosto y la idea me ha venido tendido al sol al lado de Carmen en la playa de la Riera de Poldemarx, embadurnado de crema solar de alta protección, hacia las diez y cuarto de la mañana. El Padre Prior Bulla está a tan solo unos kilómetros hacia el norte, pero me consta que no baja nunca a la playa. Sí es posible, en cambio, que ocupe su lugar al sol Pedro López Provencio, desplazado junto a la "sirena" Isa en los arenales de Ciudadana Susana. De Maxi Antequera, sin duda en su Blanes, no sabría decir, porque no conozco sus costumbres; pero sin duda no se perderán el jugueteo con la onda Aurora y Antonio Quijada. Tal vez en Canet de Marx estén a estas alturas de la canícula Alfons Labrador y Angelina Puig, que hace poco andaban por el corazón de las montañas. Más arriba, en la Platja del Racó de Pals pasa el agosto Quim González. Formamos entre todos una aguerrida falange dándole brega combativa al Mediterráneo. Pido la indulgencia de todos ellos por meterme en contrapuntos e ir a pollas aprovechando que el agua no está tan fría, solo fresquita y lo justo.]

Esta es mi propuesta de enmienda: “«Las batallas de las ideas suelen ganarlas las emociones. Eso sucede sobre todo en los casos en los que idea y sentimiento forman una unidad dialéctica inseparable. Las ideas que solo son sentimientos en frío, carecen de vida

Antonio Gramsci expresó un pensamiento parecido cuando escribió que las ideas no viven sin organización. A saber en qué estaba pensando con eso de la organización, yo creo que se refería a la puesta en práctica ordenada de las ideas que, de otro modo, se confunden, se desperdigan y no son de utilidad a nadie por mucho que se difundan desde los púlpitos. «Una cosa es predicar, y otra dar trigo», ha sentenciado la sabiduría popular.

Ramón Ormazábal tenía sin duda su parte de razón cuando decía en el penal de Burgos que “aquí no hemos venido a estudiar”. La frase está construida mal, porque “aquí”, que se sepa, nadie había venido por su gusto; de lo que se trataba era de decidir lo más adecuado que podían hacer los presos dentro de un abanico de opciones muy limitado.

Por dársela a Orma, no le estoy quitando razón a Manuel Moreno Mauricio. Siempre ha sido considerado el estudio como un deber revolucionario, en cualquier situación, con cualquier material disponible.

Los dos tenían la razón, entonces, y era una razón dialéctica. Marx lo había dicho antes que ellos nacieran: los filósofos se han limitado a contarnos cómo es el mundo, pero lo que hace falta ahora mismo es cambiarlo.