Libélula violeta desplegando
sus alas multicolores al sol. (Foto, Macronatura)
Al parecer la
portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, no se ajustaba
suficientemente al argumentario recetado por las asesorías de su partido. Pablo
Casado la defendió el año pasado contra viento y marea, pero ahora la ha
fulminado. No lloraré por Cayetana. (Ni por Quique Setién, lo menciono aunque
no venga a cuento.)
No lloraré tampoco por
las asesorías del PP, cuando llegue el momento inevitable de su defenestración.
Ni por el campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna, en la
eventualidad de que le llegue el turno de encaminarse a una de tantas puertas
giratorias. Esa gente se las arregla para caer siempre de pie.
El caso de Cayetana
da para alguna reflexión más. De alguna forma, ha sido la democracia la que la
ha derribado en lo más alto de su vuelo. Cuando la libélula vaga de una vaga
ilusión desplegaba al sol las alas multicolores de su libertad libérrima, de su
feminismo amazónico, de su desprecio por lo vulgar, de su elitismo de sangre
azul, de su eterna mueca de desdén ante ese Parlamento que no la merece, los/las
votantes medios/as del PP se han hartado de ella y lo han dicho sin embozos ni
rebozos de ninguna clase.
Cayetana hizo su
bautismo de fuego político en el Parlament catalán. Gustó a los fieles de la
derecha eterna su altanería, lo afilado de su lengua, su potencia de fuego
dialéctico. El resultado electoral fue malo, pero ella sobrevivió al naufragio.
Casado la utilizó entonces
como ariete contra el gobierno progresista. En este cometido, dio la pauta de
la función a las Macarenas y las Monasterios de Vox. De hecho, no se puede excluir
que Cayetana fiche pasado mañana por Vox si la corroe el gusanillo de la
política; están hechos el uno para la otra.
Ahora, sin embargo,
la estrategia del PP ha cambiado. Ya no se trata de expulsar a la coalición
progresista del gobierno, sino de entrar en el gobierno por la puerta trasera
de una nueva coalición. El resiliente Sánchez se ha consolidado a lo largo de
la pandemia, y el objetivo es ahora desanudar la coalición y pactar con la
porción más numerosa y menos incómoda del gobierno una política distinta, además
de ocupar algunos ministerios y entrar en el interesante reparto de los fondos
europeos antes de que sea tarde.
Ha pasado el
momento de las cayetanas, vienen arreando los almeidas y las cucas gamarras,
¡los “moderados”!, patrocinados desde las columnas de opinión, ya no por los
indas y los losantos, sino por los ansones y los zarzalejos, ¡los “moderados”!
Bye bye, Cayetana.
Buenas noches y felices sueños.