miércoles, 26 de agosto de 2020

LA MONSERGA DEL EMPODERAMIENTO

 


Madre africana escasamente empoderada. La foto está tomada en préstamo de un enlace de Jordi Guiu Payá en facebook.

 

Ayer las chicas del Barça perdieron 1-0 las semifinales de la Champions femenina, pero certificaron que van hacia arriba. Un partido bonito, muchas ocasiones, algo de bisoñez aún en determinados momentos, como el del gol en contra. Nada que no sea posible remediar, con la ilusión que ponen.

Coincidiendo con la fecha, apareció en La Vanguardia un artículo titulado «El empoderamiento de la mujer a través del fútbol femenino: las razones de su éxito.» El artículo iba firmado por “Redacción”, pero arriba a la derecha llevaba la sospechosa etiqueta BrandsLab.

Oigan, la mujer no se empodera jugando al fútbol. Ni que lo diga Redacción, ni que sea cosa de BrandsLab. Nadie sabe bien qué significa “empoderar” ni cuáles son sus características, pero el término aparece de forma recurrente a propósito de temas de muy distinta índole.

Lo que significa en realidad descarnada el titular de La Vanguardia es «El fútbol femenino vende, y tiene potencial para vender aún bastante más.»

Es de cajón, echen cuentas: la mujer deportista vende, el fútbol vende, el fútbol con mujeres tiene que vender forzosamente. El hecho de que aún no venda mucho es objeto de atención en el mundo de la promoción de grandes espectáculos de masas. En su momento lanzaron a las Spice Girls como contrapunto a los grupos de música pop masculinos. Ahora se trata de hacer lo mismo en el fútbol. Ha habido pioneras destacadas en el asunto; la última, Megan Rapinoe. Ahora se trata de multiplicar la dosis, añadiendo glamour a la combinación.

No empoderamiento, entonces: glamour. El glamour como forma (tradicional, paternalista) de empoderamiento femenino por delegación de quienes siguen sujetando la sartén por el mango. El objetivo no es una mayor emancipación ni liberación de las mujeres, sino una mayor cuota de mercado de determinadas emisiones de pago de las cadenas televisivas.

Me parece magnífico que las mujeres jueguen al fútbol y demuestren que saben hacerlo por lo menos tan bien como los hombres. Me parecería magnífico que tampoco en este terreno existiera la acostumbrada brecha salarial (en el fútbol, más que brecha es un abismo). Pero hay que llamar a las cosas por su nombre: el empoderamiento, si tal cosa existe sobre la faz de la tierra, es una cosa; el fútbol es otra.

Remito como colofón final para las/los lectoras/es interesadas/os a un enlace de mi blog, de hace ya algún tiempo: http://vamosapollas.blogspot.com/2019/03/abrir-las-piernas-o-abrir-la-mente.html