La parafernalia del
acto reconciliatorio del madrileñío con el gobierno de la Nación ha sido justamente
calificada por José Luis López Bulla de «boato de bodorrio pueblerino».
Tropecientas banderas, lujo de guardarropía, puesta en escena como mínimo retro,
por no decir cutre.
¿Para qué? El día
siguiente se han reanudado las hostilidades. Casado no puede sufrir que desde
el gobierno se diga que Ayuso lo ha hecho mal en el tema de la pandemia. Sin
embargo, el plan de una segregación vigilada por los militares se está viniendo
abajo. No por clasista, sino por ineficaz. El programa para los madrileños, así
de Vallekas como de Núñez de Balboa, va a pasar según los indicios por un
regreso a la Fase 1. Al confinamiento. A la casilla de salida.
La cruda realidad,
ha dicho alguien, es que no hay dinero
para pagar salarios a médicos y enfermeros. No es cierto. También se murmura en
los mentideros de las finanzas que no hay dinero para las pensiones. Más cierto
es que no hay dinero para mantener las altas tasas de beneficio que el gran
capital cree suyas por merecimientos propios. Para todo lo demás, sí hay dinero
suficiente. Y créditos europeos. Y moratorias fiscales. Los instrumentos de la
economía financiarizada son aproximadamente infinitos, si se encaminan al fin
adecuado.
La economía del país
ha dado un bajón del 17,8% en un trimestre. ¿Cuál es entonces el fin adecuado?
Reactivarla con la inyección de recursos extraordinarios.
Los recursos están
ahí. Dan para financiaciones a largo plazo y para créditos generosos que pongan
en pie una sanidad pública en condiciones y algunos objetivos estratégicos para
el desarrollo de una economía productiva más limpia y más eficaz. Dan para mejores
salarios, para contratos de trabajo más largos y coherentes.
Claro, no va a
poder hacerse todo ya mismo, habrá que graduar, programar, no estirar nunca el
brazo más que la manga. Habrá que empezar por aprobar los presupuestos de una
vez, con el mayor consenso posible, sin vetos. Lo importante serán los
contenidos, no la condición de los firmantes. Un presupuesto aprobado es un pasaporte
para una legislatura completa. Toda una legislatura para trabajar de firme
sobre lo aprobado, sobre los recursos disponibles y sobre la forma de gestionarlos.
Habrá que trabajar
desde el Estado central y autonómico, y desde la iniciativa de los agentes
sociales. No habrá que trabajar en ningún caso para la banca y para el confort
del accionista.
En la perspectiva está
el aumento de impuestos para los más ricos. Póngase el listón donde
corresponda. No todos, pero sí muchos ricos estarán dispuestos a pagar más, para una prosperidad más inclusiva.
La norma esencial en
todo ese proceso complicado será poner en todos los casos lo primero antes.
Y oigan, las banderas
no pueden ser en ningún caso lo primero. “El boato de un bodorrio pueblerino”, López
Bulla dixit.