miércoles, 23 de septiembre de 2020

A BODAS NOS CONVIDAN

 


Ministros del gobierno Sánchez (fuente, El Español)


La parafernalia del acto reconciliatorio del madrileñío con el gobierno de la Nación ha sido justamente calificada por José Luis López Bulla de «boato de bodorrio pueblerino». Tropecientas banderas, lujo de guardarropía, puesta en escena como mínimo retro, por no decir cutre.

¿Para qué? El día siguiente se han reanudado las hostilidades. Casado no puede sufrir que desde el gobierno se diga que Ayuso lo ha hecho mal en el tema de la pandemia. Sin embargo, el plan de una segregación vigilada por los militares se está viniendo abajo. No por clasista, sino por ineficaz. El programa para los madrileños, así de Vallekas como de Núñez de Balboa, va a pasar según los indicios por un regreso a la Fase 1. Al confinamiento. A la casilla de salida.

La cruda realidad, ha dicho alguien,  es que no hay dinero para pagar salarios a médicos y enfermeros. No es cierto. También se murmura en los mentideros de las finanzas que no hay dinero para las pensiones. Más cierto es que no hay dinero para mantener las altas tasas de beneficio que el gran capital cree suyas por merecimientos propios. Para todo lo demás, sí hay dinero suficiente. Y créditos europeos. Y moratorias fiscales. Los instrumentos de la economía financiarizada son aproximadamente infinitos, si se encaminan al fin adecuado.

La economía del país ha dado un bajón del 17,8% en un trimestre. ¿Cuál es entonces el fin adecuado? Reactivarla con la inyección de recursos extraordinarios.

Los recursos están ahí. Dan para financiaciones a largo plazo y para créditos generosos que pongan en pie una sanidad pública en condiciones y algunos objetivos estratégicos para el desarrollo de una economía productiva más limpia y más eficaz. Dan para mejores salarios, para contratos de trabajo más largos y coherentes.

Claro, no va a poder hacerse todo ya mismo, habrá que graduar, programar, no estirar nunca el brazo más que la manga. Habrá que empezar por aprobar los presupuestos de una vez, con el mayor consenso posible, sin vetos. Lo importante serán los contenidos, no la condición de los firmantes. Un presupuesto aprobado es un pasaporte para una legislatura completa. Toda una legislatura para trabajar de firme sobre lo aprobado, sobre los recursos disponibles y sobre la forma de gestionarlos.

Habrá que trabajar desde el Estado central y autonómico, y desde la iniciativa de los agentes sociales. No habrá que trabajar en ningún caso para la banca y para el confort del accionista.

En la perspectiva está el aumento de impuestos para los más ricos. Póngase el listón donde corresponda. No todos, pero sí muchos ricos estarán dispuestos a pagar más, para una prosperidad más inclusiva.

La norma esencial en todo ese proceso complicado será poner en todos los casos lo primero antes.

Y oigan, las banderas no pueden ser en ningún caso lo primero. “El boato de un bodorrio pueblerino”, López Bulla dixit.