domingo, 13 de septiembre de 2020

CRÓNICA DE LA REPETICIÓN

 


En el mercadillo de los viernes de Egáleo, diciembre del año pasado.

 

Estamos en Grecia desde ayer a las cinco de la tarde. Después de que nos cancelaran un primer vuelo, entrevimos un posible resquicio de solución y lo aprovechamos. Fue necesario repetir el proceso de certificaciones y la prueba negativa por PCR. Viajamos a Madrid en AVE, y volamos a Atenas desde Barajas, con la misma compañía del vuelo frustrado anteriormente.

El coste del viaje se dobló, pero la repetición dio resultado. Esquivamos los cantos de las sirenas y las pedradas de los cíclopes, la furia de los elementos y la ojeriza de los dioses, y hemos llegado a nuestra Ítaca particular.

Este viaje a Grecia en septiembre lo teníamos programado desde antes de la pandemia, y es el primer proyecto familiar que hemos podido cumplir desde entonces. No como estaba previsto, pero sí cumplido. Hemos reencontrado a hijos y nietos (los nietos, considerablemente más altos y más listos). Los gatos de la casa, Amedeo y Margherita, han aceptado nuestras caricias y se han frotado contra nuestras piernas; el tercer gato, Fígaro, mucho más joven, no se acordaba de nosotros y nos hizo una espantada, pero acabó también por dejarse querer.

En el paso forzoso por Madrid, hemos revisitado a mis hermanos y hemos charlado con ellos casi interminablemente. Nunca habíamos espaciado tanto las visitas entre nosotros, y en esta ocasión, al vernos todos en cierta manera como supervivientes de una catástrofe, nos explicábamos mutuamente detalles y anécdotas de la odisea vivida durante los largos meses del Covid.

Cuando eliminas la capa de rutina que se deposita sobre los actos acostumbrados, todo resulta mucho más emotivo, más consciente y más libre en el sentido genuino de la palabra (una libertad consistente en hacer, no en que te dejen hacer; una libertad para la que es necesario esforzarse, en lugar de dejarse ir). Es algo que hemos reaprendido en nuestra carne, a costa de mucho estrés acumulado.

Al final, estamos aquí. Sin prisa por volver. No es que hayamos huido de la realidad de Cataluña y de la propia ciudad de Barcelona ─que nos parece bastante triste, pero también es nuestra propia realidad, porque uno siempre pertenece a algún lugar─, sino que dedicamos nuestra atención preferente a las cuestiones que consideramos prioritarias, dentro de ese orden enunciado por don Venancio Sacristán y repetido diariamente en su blog por el maestro JLLB: “Lo primero es antes.”