domingo, 20 de septiembre de 2020

ROSSANA Y LOS NUESTROS

 


Rossana Rossanda, en una imagen reciente (fuente, La Reppublica)

 

Les gens sont faites, nous dit-on

pour vivre en bande comme les moutons.

Moi, je vis seul et c’est pas demain

que je suivrai leur droit chemin.

Georges BRASSENS, ‘La mauvaise herbe’

(La gente está hecha, nos dicen, para vivir en rebaño como los corderos. Yo vivo solo y no tengo intención de seguir su camino recto.)  

 

Rossana Rossanda, paralítica, reducida a una silla de ruedas pero siempre indomable, se extinguió anteanoche. Sin duda la tierra le será leve, después de tantas fatigas vividas.

Partisana jovencísima, comunista, encargada por Togliatti de la dirección cultural del PCI, intelectual y activista. A raíz de los grandes acontecimientos del 68 fundó la revista il manifesto, junto a Luigi Pintor y Aldo Natoli señaladamente, entre otros. El grupo fue expulsado del PCI en 1969, en los torbellinos generados no por la revuelta estudiantil o las luchas obreras, sino por la entrada en Checoslovaquia de los tanques del Pacto de Varsovia.

El PCI, contrario a la iniciativa de Moscú, estaba obligado a guardar las formas de todos modos. El grupo del Manifesto había levantado la voz crítica en demasía, y fue ofrecido como víctima propiciatoria. El futuro secretario general Enrico Berlinguer votó en contra de la medida. Rossana registró un sobresalto particular cuando se abrieron las puertas del Comité Central y ella y su grupo se vieron entregados “como pasto” a los fotógrafos. “Solo entonces entendí que ya no éramos de los nuestros”, escribió.

Fuera de la iglesia no hay salvación. Extramuros del partido, tampoco hay gran cosa. Il Manifesto se presentó a las siguientes elecciones generales como opción de la izquierda crítica, y obtuvo el 0,7% de los votos. «Más que una cifra, parece un prefijo telefónico», fue la broma cruel de Giancarlo Pajetta.

Insistió en la aventura política dentro del PdUP (Partido de Unidad Proletaria) en el que coincidió con Vittorio Foa, otro hereje ilustre. Llegaron hasta el 1,5% de los votos, y Rossana lo dejó de forma definitiva. Se dedicó al activismo cultural, a la literatura, al feminismo, a tantas cosas que tienen su lugar y su órbita precisa en la amplia constelación de la izquierda. Siguió como editorialista de il manifesto hasta hace pocos años, cuando su libertad de pensamiento volvió a tropezar con las normativas prefijadas.

La izquierda política no es una horma para conformar voluntades, ni un espacio vedado, parcelado y protegido con alambradas. En la medida en que la izquierda se corresponde con la libertad, la iniciativa, el riesgo; en la medida en que exige valentía para desafiar todos los dogmas establecidos sin excepción, Rossana Rossanda ha sido inequívocamente “de los nuestros”.