Inhabilitado por
tan solo año y medio; a Torra le da tiempo de volver antes de la próxima
convocatoria de elecciones autonómicas, previstas para las calendas griegas.
Si es que se
convocan alguna vez. Torra acaba de decir que la autonomía es un engorro (un embalum) para la independencia soñada.
Tiene razón, lo mejor es siempre enemigo de lo bueno.
Así, el primer “embalum”
para la independencia fue la democracia. La democracia tiene normas,
procedimientos, cuotas, quórums y “trossos de quóniam” variados. Fuera con ella.
Se diseñó una República catalana sin democracia y se estableció una ley de
transitoriedad que derogaba todas las que imposibilitaban el libre acceso a la
declaración unilateral.
Vano intento.
Después de la democracia, el embalum era la burocracia. Se puede suprimir
también, y Torra lo haría gustoso, pero la medida no resultaría popular entre
el funcionariado, hasta ahora la porción de la ciudadanía más adicta a la Idea
descendida de lo alto y encarnada en la presidencia una y trina: Pujol padre,
Torra hijo y Puchi espíritu santo.
Ahora el embalum es
la autonomía. El globo de la independencia, lleno de gas más ligero que el aire,
no gana altura debido a las fuertes amarras autonómicas que lo tienen sujeto a
tierra. El gigante de la plaza Sant Jaume no renuncia al empeño; pero comprende
que lo tiene crudo. Al principio todo parecía cosa de pintar en el mapa de
Europa un nuevo Estado. Se nos preguntó amablemente cuál era nuestro color preferido
(el rosa, por supuesto, como el champaña o la pantera). Se nos anunció que no
tendríamos ejército porque somos pacíficos y pacifistas. Las JNC han
rectificado también ese punto programático: tendríamos un ejército de verdad,
homologado por la OTAN. El realismo sucio va tiñendo poco a poco el brilli
brilli rosado de nuestros sueños.
Ahora el Supremo descalifica
al President ─solo un poquito, año y medio─ y en justa correspondencia el
President descalifica al Supremo, que no es más que otro embalum añadido.
Algunos nos tememos
que, cuando despertemos de la pesadilla, el Torrasaurio seguirá aún ahí. Pero
si no es así, lo echaremos largamente de menos. Ha puesto un poco de trepidación
en la monotonía de nuestras vidas.