Recreación imaginativa del virus troyano original. (Fuente, El Día)
Los troyanos son
virus informáticos que se infiltran en el sistema operativo de tu ordenador y
lo destrozan desde dentro. Físicamente considerado, tu aparato sigue igual como
era; o sea, el hardware está intacto.
Pero el software, el delicado sistema
que te conectaba con el mundo exterior, queda inservible. No hay más remedio
para semejante avería que eliminar el sistema operativo anterior, con el pegajoso
virus a cuestas, y empezar de nuevo desde el principio.
Torra y Ayuso son virus troyanos. Alguien los introdujo en los sistemas operativos autonómicos de
Cataluña y Madrid, maliciosamente o por inadvertencia. Han hecho polvo las
conexiones.
Vale la pena
subrayar que Torra es hijuela de Puigdemont, que actuó probablemente con
malicia, y en ERC validaron el nombramiento por negligencia y por
desconocimiento. El aparato de Esquerra revisó de forma rutinaria el mecanismo
de sucesión, se aseguró del cumplimiento estricto de la regla universal «qué
hay de lo mío», y firmó el visto bueno. Ahora ERC es potencialmente la gran
perdedora (política; en lo social y económico, perdemos todos) en la ruina del sistema operativo catalán.
Ayuso, por su
parte, es hijuela de Esperanza Aguirre, que la tuvo empleada en su gabinete de
prensa, y de Pablo Casado, con quien coincidió en Nuevas Generaciones. A Casado
le pareció una gran idea colocar como cabeza de lista de la Comunidad de Madrid
a una persona dócil a las influencias, sin experiencia ni capacidad de gestión.
¿Para qué gestionar? Madrid era un “modelo de éxito” y de lo único de que debía
preocuparse la presidenta era de liberar suelo urbano para seguir creciendo a
base de ladrillo y pelotazos de las grandes constructoras.
La sanidad, la
escuela, el empleo, eran la última preocupación así en la tierra como en el cielo,
así en Cataluña como en Madrid: en ambas latitudes los gobernantes están por la
sanidad privada, por la escuela elitista y por el empleo basura.
El sistema
operativo de las autonomías, forzado en demasía, se ciscó aceleradamente con la
aparición de la pandemia. A fecha de hoy, la acción conjunta del virus troyano
y el coronavirus lo ha dejado totalmente inservible. Otras autonomías presumen,
“nosotros lo hemos gestionado mejor”, pero no salen ganando nada porque nunca tuvieron
iniciativa, siempre se dejaron arrastrar por las locomotoras, siempre
dependieron de los buenos oficios de las repartidoras.
Nada es como era
antes. Nada funciona. Puestos a buscar culpables, Torra lo ha encontrado en Pedro Sánchez, que se empeña en no pedir perdón por el asesinato de Companys, y Ayuso
prefiere señalar al Coleta, que ofende al mundo mundial por haberse comprado
una casa con jardín en Galapagar.
Lo cierto es que
los dos “culpables” del desaguisado citados son hoy por hoy la mejor esperanza
que conservamos de que el país no vaya a ubicarse definitivamente en ese rincón
del corral donde pica de preferencia el pollo.