martes, 22 de septiembre de 2020

CORTINA DE HUMO CON BANDERAS


Banderas como telón de fondo (foto, La Vanguardia).

 

La Comunidad de Madrid protege su retirada del frente de batalla con una cortina de humo hecha de banderas.

Construida como contrapoder a un gobierno progresista, no ha alcanzado ninguno de sus objetivos militares y deja el campo de batalla alfombrado de muertos. Por medio, las cacerolas de Núñez de Balboa y la mani anti mascarillas de Colón marcan los pulsos más exasperados de la cayetanía irredenta contra la autoridad a la que ahora se pliega.

Se pliega a medias. Su mensaje es, telegrafiado: “España es Madrid, un fracaso de Madrid es un fracaso de España. Madrid, como en su momento ocurrió con la Banca, es demasiado grande para dejarla caer.”

El corolario de este modo interesado de ver las cosas es la necesidad de apuntalar Madrid a costa del resto del país, que en esta interpretación no sería “tanta” España ni tan principal como Madrid. Ximo Puig (antes lo hizo Pasqual Maragall, como recuerda hoy en La Vanguardia Enric Juliana) rebate el sofisma: Madrid no supone nada especial, porque en este momento, o nos salvamos o nos hundimos todos juntos.

Es el momento de pensar en grande: grandes espacios, grandes lapsos temporales, grandes reformas, grandes soluciones inclusivas y comprensivas.

El modo mezquino de pensar: se ha estereotipado un “modelo de éxito” de Madrid en la economía española, al que se supone generalizable. Pero ese “modelo” tan alabado solo ha consistido en la extracción desaforada de rentas a partir de la capitalidad, y en el trasvase de fondos públicos a bolsillos privados. Isabel Díaz Ayuso está manteniendo la misma propuesta. “Imitadnos”, dice al resto del país, cuando el resto del país se encuentra en una situación de desigualdad y de precariedad rampante e impotente.

Decimos todos que Ayuso es tonta, pero su política es la misma que la de sus predecesores. Como es más tonta, se le nota más; sencillamente. La rebelión del sur de Madrid ─magnífica─ debería haber llegado antes. La segregación es el punto culminante de una lógica viciada desde el principio: les prometieron un paraíso, pero no para ellos, sino para verlo de cerca desde el otro lado de la verja protegida por seguratas.

Ahora Pedro Sánchez no debe caer en un enredo plagado de banderas. España es España y Madrid es Madrid. Las peras son peras, y las manzanas, manzanas.

Ah, tampoco el ejército debe hacerse garante de la segregación, y la historia de la Legión no es asimilable a la Historia de España. No fotem!