Imagen de la manifestación anti
Covid en Madrid, plaza de Colón, 16/8/2020 (fuente, El Mundo)
Yo diría que la
política de las cosas se va abriendo paso poco a poco a través del muro espeso
de las jactancias. Vox anunció en el primer rigor de la pandemia una moción de
censura al gobierno, pero la censura en cuestión sigue en el limbo de los
amagos, las fintas, las intenciones sin concretar.
El planteamiento de
Vox era negacionista: la pandemia sería un invento del señor Illa y el señor
Simón para reprimir la libertad de las copas after hours. Pasada la temporada de las calores, a la que se atribuían cualidades de amortiguación de la acción de los virus, las bravatas negacionistas se han
achantado. La correlación de fuerzas es abrumadoramente contraria a la moción d
Vox; el PP ha anunciado ya que votará en contra; sería un contrasentido apoyarla
cuando su cargo más alto con mando en plaza está pidiendo árnica al gobierno de
Sánchez, dadas las consecuencias que han tenido las bravatas anteriores sobre
la salud de una población madrileña que sigue desprovista de camas públicas, de
rastreadores y de cualquier tipo de política preventiva coherente.
Las encuestas del
CIS indican un crecimiento del apoyo al gobierno, en perjuicio de PP y Vox. El
giro de Cs hacia el consenso parece haber dado vuelo al grupo de Arrimadas. Los
escépticos señalan que las encuestas se equivocan muchas veces, y las de
Tezanos, más. Sí, pero lo cierto es que no hay contra sondeos a exhibir, con
datos indicadores de que la oposición crece y el gobierno decae.
No hay tales contra
sondeos, lo subrayo, a pesar del enorme interés de los medios, incluido en
primerísima línea El País, en lanzar torpedos por debajo de la línea de
flotación de la coalición gobernante. De haber algo, se habría publicado ya cientos
de veces en las primeras páginas de los rotativos, así en papel como
electrónicos.
Y si vamos al dirty realism (realismo sucio) de
nuestra pequeña comunidad autónoma, ciertamente sí que hay sondeos que
certifican que el independentismo se haría con el 51% de los votos y conseguiría
un Parlament de composición todavía más amigable en unas elecciones celebradas
ahora mismo.
Pero esas
elecciones tampoco se convocan. De la impaciencia indepe hemos pasado a la
cachaza extrema. “Sería una irresponsabilidad ir ahora a elecciones”, ha
explicado Quim Torra, padre y fautor de todas las irresponsabilidades recientes.
Como a Abascal, a Torra le tiembla la mano en el momento de pasar de las
bravatas a los hechos.