Carmen en una playa salvaje de Salamina orientada al
sudeste, ayer por la tarde. El baño a hora tardía concluyó con un tiberio en el
chiringuito del puerto (abajo).
Pablo Casado, preguntado
por la operación Kitchen, se ha mostrado dispuesto a dejar caer a quien sea para
salvar al PP. Lo tiene difícil, porque “quien sea” son en este caso Jorge
[Fernández Díaz], Mariano [Rajoy Brey] y Dolores [de Cospedal]. Casado sigue
teniendo, sin embargo, a su favor el VAR de la Brigada Aranzadi, capaz de
señalar fueras de juego microscópicos que invaliden toda la jugada. Quizá por
esa razón, ha añadido a su particular “caiga quien caiga” una advertencia crítica
“a los juicios paralelos que luego quedan en nada”.
Oigan, no se trata
de juicios paralelos, se trata de la declaración formal del mindundi ex de
Interior destinado a cargar con el mochuelo (si lo prefieren con un regusto a
la antigüedad clásica, a “ejercer de chivo expiatorio”) en la planificación de
la operación contra Bárcenas diseñada por el alto estado mayor del invento. Eso
es lo que ha trascendido hasta ahora. Los juicios paralelos los estarán
elaborando en todo caso las lenguas de doble filo por los callejones, como es
de rigor en este país tan castizo que tanto y tanto le gusta a don Pablo. En
los tendidos de sol abarrotados de público para disfrutar de la fiesta
nacional, las susodichas lenguas (protegidas en algún caso por mascarillas) no
van a parar de cruzarse dimes y diretes. Pero nosotros somos ajenos a esas movidas,
don Pablo. No es nuestro estilo.
Nosotros nos
atenemos a las declaraciones de Francisco Martínez Vázquez, ex diputado y ex
secretario de Estado de Interior, a los medios de comunicación que tanto
quieren a don Pablo y a los que don Pablo tanto debe.
No hay nada de paralelo
en el juicio en el que está implicada la plana mayor del Partido Popular: se
trata de la cosa misma, del núcleo de la cuestión visto desde dentro. La jugada
irregular ha ocurrido dentro del área llamada de castigo. El VAR de la B. Aranzadi
va a revisarla con instrumentos de precisión casi infinita para intentar
apreciar lo inapreciable.
Muy bien, que lo
haga. Alguna razón habrá para que Casado se haya negado repetidamente a renovar
el equipo arbitral, ni en su momento constitucional ni pasado ya este de muy largo.
Todos contamos con
la posibilidad de que lo que venga de los estrados sea una absolución por
prescripción, por falta de pruebas o por recursos genéricos al maestro armero. Tal
vez resultará que lo que se hizo no se hizo, o no hay pruebas de que se haya
hecho debido a algún fatal accidente con un martillo que arruinó de forma
irreversible los discos duros.
Pero estamos en una
Europa y un mundo civilizados, que se encogerán de hombros casi con seguridad
ante la sentencia absolutoria, pero tomarán nota para el caso de que Casado, “Mister
Married”, llegue algún día al gobierno cargado con esos antecedentes.
Entonces sí habrá
un juicio paralelo, y posiblemente llegue a alguna parte.
Medite a fondo
sobre esta cuestión, señor Casado, porque el siguiente nominado al bonito juego
del “caiga quien caiga” es usted. Y tiene todas las papeletas de la rifa. Si el
PP sobrevive finalmente a esta tormenta perfecta, lo hará sobre sus espaldas.