domingo, 6 de septiembre de 2020

BOAVENTURA Y LA PALABRA, SUPONGO, DE TODOS NOSOTROS

 


Tarso Genro (Foto: Guilherme Santos, Sul 21)


[Lecciones importantes sobre la pos pandemia que llegan de Portugal, pasando por Brasil. Cedo la palabra a Tarso Genro (*), un gigante de la izquierda brasileña.]


Tarso Genro

Es preciso construir en la medida de lo posible las capilaridades políticas, económicas y morales, que permitan bloquear el fascismo en sus raíces y el capitalismo en su reproducción de la vida en común, donde se expande sin piedad y sin solidaridad. Es preciso bloquear la voz de la irracionalidad cuando se presenta como la voz de la razón y de la igualdad. El tiempo pasado, el presente y el  futuro, nunca han estado tan compactados en lo cotidiano como ahora: es preciso  construir un orden nuevo dentro de la vida perversa actual, sin miedo y con audacia.

En el diario portugués “Público”, este 5 de septiembre, Boaventura Sousa Santos publica un artículo –de los mejores que he leído de él– sobre la llamada situación “pos-pandemia”. Es una situación política indeterminada –sin marcos temporales prefijados y sin confinamiento previsto– que desafía los rastros firmes de la evidencia empírica, y compromete nuestra teoria política de la emergencia, ya en un estado visiblemente depresivo. El título  del artículo es muy sugestivo, y para nosotros resuena con un eco medio desesperado: «La hora de la izquierda: ahora, o no hasta dentro de mucho tiempo» (ver aquí artículo en portugués, reproducido en Sul 21).

Por más que el texto trata de la situación portuguesa en particular, Boaventura enuncia tres lecciones para las fuerzas de izquierda (y para todos los que no desistimos de la democracia y la república) que tienen plena cabida en el escenario brasileño. Es inevitable reflexionar sobre estas lecciones para prepararnos a rechazar el fascismo, que avanza sobre el Estado, amparado en una improbable alianza con lo que existe de más experto, más corrupto y más insensible, en el campo del liberalismo rentista. Los principios enunciados por Boaventura son universales, y por tanto adaptables para pensar la crisis en cualquier lugar de este insensato mundo.

Primera lección: en momentos de crisis los ciudadanos son protegidos por el Estado, no por el mercado. Y lo saben de sobra. No se trata de una cuestión de “mala” moralidad de las instancias mercantiles, sino de su situación objetiva. Ellas están ahí para obtener beneficios, no para dar protección social, y si el emprendimiento no funciona por esta vía, muere a manos de la competencia y, con él, desaparecen también los empleos. Por otra parte, si en una situación de crisis sanitaria el funcionamiento del mercado debe restringirse ─para evitar el contagio─, el funcionamiento del Estado debe expandirse para combatirlo. La superioridad del Estado en relación con el mercado en una crisis es la superioridad evidente del Estado Social sobre el Estado de Derecho tradicional, en el cual el derecho de propiedad es absoluto y los problemas sociales son poco más que casos para la policía o, en el fascismo, para las milicias.

La segunda lección se refiere a las relaciones ciudad-campo, a la oferta y la circulación de los alimentos de la agricultura familiar, sanos, orgánicos y de procedencia menos dudosa que aquellos que nos son ofrecidos “en abstracto” en el mercado tradicional oligopolístico. Se refiere esta lección, también, a la valorización de los mercados y ferias de proximidad –para la oferta de dichos alimentos–, a su comercialización y producción cooperativas, a la entrega a domicilio personalizada y a las nuevas relaciones de confianza personal entre oferentes y compradores, que apuntan a la posibilidad de la construcción de “modos de vida” y de consumo con mayores posibilidades de relación entre productores y consumidores, y que incluso pueden influir en la tipología y en el comportamiento de los grandes negocios al por mayor.

El MST (1), la Vía Campesina (2) y los agricultores familiares, en el entorno de las ciudades grandes o pequeñas, demostrarán que el comercio, la industrialización y la producción de alimentos sanos ─fuera del circuito de la gran agroindustria─ pueden ser tanto un instrumento mediante el cual se incentiva la solidaridad para combatir el hambre, como igualmente pueden cambiar, aquí y ahora, buena parte de la vida en común. Y lo hacen proponiendo ejemplos para el futuro, que apuntan a un control del sociometabolismo del capitalismo rentista y oligopolista, que está siempre a favor de una mayor concentración de la renta y una mayor diversificación de la miseria.

La tercera lección que nos deja la tragedia de la pandemia está en relación con la legislación laboral, cuya flexibilización anárquica demuestra que las precariedades que han sustituido a la protección del empleo y del trabajo contractual clásico, solo crean  formas de vulnerabilidad agravadas. En concreto, en vez de financiar a las empresas en crisis ─sobre todo a las pequeñas y medianas, que son las mayores oferentes de empleo─, los gobiernos “liberales” financian a los Bancos privados, cada vez más próximos a la especulación con dinero público y cada vez más distantes de las empresas que producen los bienes de consumo y crean empleo para el mercado interno.

La precariedad, la informalidad y el desempleo, en esta hipótesis, solo pueden ser atenuados por las ayudas de emergencia, que no solo aumentan la deuda  pública, sino que además alimentan el poder de los bancos que financian al Estado, deudor permanente. El mundo pos-pandemia, en verdad, hoy solo existe como ficción de la ciencia política. Será lo que permitamos que sea, bien por la ausencia o la complacencia de nuestra voz, o bien por nuestra energía política, despertada por la solidaridad en la lucha contra el fascismo, el negacionismo y la corrupción.

Una gran advertencia del gran Boaventura.

 

Notas

(1) Movimento dos Trabalhadores Rurais Sem Terra, movimiento sociopolítico brasileño.

(2) Movimiento internacional que coordina organizaciones de campesinos, pequeños y medianos productores, mujeres rurales, comunidades indígenas, trabajadores agrícolas emigrantes, jóvenes y jornaleros sin tierra.

 

(*) Artículo publicado en Sul 21 el 5.9.2020. Tarso Genro ha sido gobernador del estado de Rio Grande do Sul, alcalde de Porto Alegre y, con Lula da Silva, sucesivamente ministro de Justicia, ministro de Educación y ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.

(Por la traducción y notas, Paco Rodríguez de Lecea)