C’est immorale et c’est comme
ça.
Georges BRASSENS, ‘La mauvaise
herbe’
No hay ruido de
sables, pero sí frufrú de togas. Carlos Lesmes ha aireado que Felipe Sexto le
llamó por teléfono para contarle cuánto lamentaba no poder estar presente en la
ceremonia de apertura del curso judicial en Barcelona.
Se trata de una
indiscreción, algo poco esperable de la discreción corporativa obligatoria para
el baranda mayor del estamento. Cabe deducir, primero, que se trata de una
indiscreción consentida por la fuente; segundo, que la indiscreción ha sido
calculada.
Los teloneros se
están retirando de la escena. Quim Torra e Isabel Ayuso han concluido su número
musical y deben desaparecer por el foro, de acuerdo con el guión de esta
comedia de las equivocaciones. Ellos se resisten, les gustaría representar un
papel más largo y sustancioso, pero no hay más cera que la que arde.
Tres cuartos de lo
mismo le ocurre a Santiago Abascal, que arrancó con mucho ímpetu una moción de
censura en diferido al gobierno, anunciada antes del verano, y ahora descubre
que se le ha calado el motor. Nada, que no hay manera de ponerlo en marcha. Se
le ha quedado cara de tonto, pero nadie lo ha notado; es la misma que tenía de
antes.
Pero la moción de
censura sigue adelante por otros medios. Pasan atrás los batidores escaqueados
en guerrilla, y entra en acción la artillería judicial. Cuando el gobierno está
intentando apaciguar los ánimos, los
estamentos se aplican a encresparlos.
Anoten la carga
policial en Vallekas como elemento significativo. No fue Marlaska quien dio esa
orden: Marlaska la sufrió en su carne. Quien dio en realidad la orden queda en
el anonimato, y las voces de ‘dimisión’ se dirigen en cambio contra el
ministro. Contra el gobierno que intenta una política de apaciguamiento. ¿Se
plantea un indulto a los políticos catalanes? Toma castaña en Vallekas.
Anoten el asunto
del fiscal Cabezas y la señora Consuelo Madrigal. La receta magistral, una vez
más, son los enjuiciamientos contra el apaciguamiento. Mucho ruido mediático.
Frufrú de togas.
Anoten la actividad
desusada del otro Felipe, no Sexto, sino González. Se esmera en rajar del
gobierno presidido por un hombre de su teórico partido. No espera al final de la
función para hacer la crítica: hace la crítica ya, para acabar de una vez con
la función. Caiga quien caiga, de preferencia Sánchez y el Coleta.
Y ahora, con el
perfume característico del güisqui bourbon
de nueva añada, nos llega el dúo satírico improvisado por Sexto y Lesmes.
No hay un hilo
conductor en esta insurrección fáctica manipulada con guante de seda, solo la defensa de
los privilegios adquiridos y de los intereses creados. En el crepúsculo de un
sistema, lo viejo se resiste a morir, y en la penumbra crecen los monstruos.