Una imagen icónica. ¿Es este el mundo
con el que soñábamos?
Israel ha llegado a un
acuerdo provisional de cese el fuego con Hamás; el rey de Marruecos se ha
avenido (más o menos, mejor no meneallo) a razones; Junts y ERC han encontrado una
solución ─precaria y provisional─ a sus desavenencias, lo que ha permitido la
formación de un Govern altamente inestable después de largos meses de empantanamiento.
Incluso Jiménez Losantos ha alabado la intervención en Ceuta del presidente
Sánchez, por una vez y sin que sirva de precedente. Todo ha sucedido de
repente, el mismo día, como si Titania, la Faerie
Queene o Reina de las Hadas, hubiese esparcido por doquier polvo mágico de
estrellas en el sueño de una noche de mediados del mes de mayo. Lástima que la
onda corta de la coyuntura excepcionalmente favorable no haya llegado para un
consenso sobre la renovación del Poder Judicial.
Oigan, ¿qué está pasando
aquí? ¿Dónde está la Ley de Bannon sobre la férrea pauta del encabronamiento
universal, que ha venido a suceder a la de Newton sobre la gravitación y a la
de Murphy sobre el empeoramiento natural de las cosas?
Alguien tendrá que dar
explicaciones. Una voluntaria de la Cruz Roja llamada Luna recostó la cabeza de
un migrante, cuyo nombre no ha trascendido, sobre sus turgentes senos (Cristina
Seguí lo vio así) en la playa ceutí del Tarajal, y sin embargo no han rodado
cabezas en las altas esferas. Nadie ha dimitido en el gobierno ilegítimo. Se
nos está tomando el pelo. Los índices imposibles de vacunación del personal se
están cumpliendo sin novedad, e incluso se da al personal la opción de elegir
entre Zeneca y Moderna para el segundo pinchazo, como si estuviéramos todos en
un anochecer de terraza del Madrid ayusino.
A la mierda todo. Algo falla
de forma clamorosa en alguna parte. Todas (o casi, la excepción es lo del CGPJ)
las tensiones del mundo se han aflojado de repente en el curso de un cuarto de
hora tonto, debido tal vez a una alteración minúscula en el funcionamiento regular
de la contigüidad del cosmos. Y el resultado penoso de tal incidencia no
registrada por los metrónomos es que ahora los encabronadores tendremos que trabajar
el doble para volver a dejarlo todo tensado y bien tensado, como estaba antes.
Un desastre. Váyase de una vez, señor Sánchez Castejón.