El lago de Estinfalia desde el mirador
del Centro de Interpretación.
Estinfalia fue el
escenario de uno de los trabajos de Hércules. Allí había, según la leyenda, un lago
cuyas orillas estaban pobladas por aves muy agresivas, de pico de bronce, que
provocaban dolorosas heridas a los habitantes del lugar, hasta forzarles a
emigrar. El héroe desecó el lago, hizo huir a las aves y posibilitó la labranza
del suelo antes sumergido, de modo que lo que antes era un lugar de suplicio ahora se
convirtió en una región rica y próspera.
No todo en esa historia es
mito. Las “aves” debieron de ser mosquitos de considerable tamaño y picadura
amarga. Estinfalia existe, en la parte norte del Peloponeso, y hoy es un
espacio natural protegido. Se llega allí desde Kiáto, población costera al oeste
de Corinto, por una carretera modesta que asciende casi sin tregua. Sigue
habiendo lago con el deshielo, porque se trata de una cuenca endorreica entre
montañas. En verano el terreno se deseca y se recogen unos juncos muy flexibles
que se utilizan en un proyecto escolar de artesanías. Se ha constatado que el
desagüe natural subterráneo de la cuenca quedó obturado en edades geológicas por
masas rocosas que fueron removidas por alguna fuerza humana (hercúlea) ya en época
histórica. Después, los romanos aprovecharon aquellas aguas primaverales mediante
la construcción de un acueducto que llegaba primero a Nemea y descendía después
hasta Arquea Corintos; unos 40 km de longitud total. Subsisten algunos tramos
del mismo, así como restos arqueológicos importantes en toda la zona.
La excursión a Estinfalia tiene
otro aliciente, y es el almuerzo en un establecimiento especializado en el cochinillo
al horno. La carta apenas si incluye algún otro manjar, exceptuados el
acompañamiento de ensalada y las patatulas fritas de rigor. Los postres son
industriales.
Pero los cochinillos son
deliciosos. Dada la cantidad de clientes y la celeridad con la que transitaban
las bandejas desde los asadores (a la vista) hasta las mesas, preguntamos a la patrona,
que nos sirvió en persona (hablo de mayo del año 2016), si se trataba de animales
criados en el lugar o si venían, al menos en parte, de granjas más o menos
próximas. Y ella nos contestó que todos eran nacidos, criados y cebados con piensos naturales en
Estinfalia misma, y que podría darnos el nombre de cada uno de los que en ese
momento se estaban sirviendo en el espacioso comedor.
El cuerpo del delito. Delikatessen de
Estinfalia.