El coronavirus, según recientes
estudios patapolíticos, sería una invención maligna de las izquierdas.
Joaquín Leguina va
a ser expulsado del PSOE por haber hecho campaña a favor de Díaz Ayuso. Lo
mismo le ocurre a Nicolás Redondo Terreros, un hombre que siempre estuvo en los
entresijos de Ferraz, y siempre situado muy a la derecha de su padre Nicolás
Redondo Urbieta. Redondo Urbieta fue un sindicalista histórico, y se sentía
incómodo en el aparato del PSOE porque se veía a sí mismo cerca de las bases
obreras y lejos de la dirección. Su hijo es enteramente otra cosa. Para
empezar, ni es sindicalista ni es histórico. Para finalizar y resumir, las
bases obreras se la sudan.
Leguina dijo en su
momento que prefiere Ayuso a Iglesias. Era una metáfora, por supuesto; quería
decir que prefiere Ayuso a cualquier otra opción. El suyo es un punto de vista
muy común, si entendemos por común lo propio de la comunidad (madrileña, of course). La comunidad está mayoritariamente
encantada con Ayuso.
De modo que Leguina
declara ahora, “castizamente” según expresión propia, que se la suda esa
expulsión. La culpa, dice, es de Sánchez, y suponemos nosotros (él no lo dice
de forma expresa) que esa culpa consiste en no ser lo bastante ayusista. Una
Gran Coalición liderada por la lideresa habría sido tan bonita. “Volveré al
PSOE cuando se vaya ese señor”, dice Leguina. La ética por encima de todo, debe
de pensar. No tiene mayor importancia la gestión ayusista de la pandemia, siete
mil y pico de personas muertas en las residencias sin ser atendidas no empañan
el éxito del modelo, y lo mismo ocurre con el deterioro consciente de la sanidad
pública en favor del negocio sanitario privado, o el grifo cerrado (pero
cerrado herméticamente, cero patatero) de las ayudas a los comercios más
afectados por el confinamiento. Pelillos a la mar.
¿Qué valores son los
que defienden Leguina y Terreros, entonces? ¿Por qué tendría que volver Leguina
al PSOE cuando se haya ido “ese”, en lugar de seguir ejerciendo su libertad
libérrima ahí mismo donde está, por las buenas? Me imagino que se trata de otra
metáfora, y que cuando Sánchez se vaya, a él se la seguirá sudando.
Castizamente expresado.
Hay una actitud de
fondo, de un negacionismo beligerante, en la política de la derecha (y Leguina y
Terreros son inequívocamente derecha). Jair Bolsonaro ha dado la expresión
justa al estado de la cuestión, y se ha hecho portavoz cualificado de todo el
cotarro: de Ayuso y Monasterio, de Leguina y Terreros, de los/las madrileños/as
refugiados en su vie en rose y convencidos
de que su triunfo electoral contra Ángel Gabilondo (espero
que su arritmia no sea nada serio, don Ángel) es un éxito material contra
el virus, esa bicha que no se nombra porque su sola mención trae mala suerte.
Bolsonaro, así
pues, cuando le reprocharon los centenares de miles de muertes que está
acarreando su política abiertamente negacionista y dirigida a recuperar el buen
ritmo de los negocios, respondió a sus críticos, “castizamente”: «No seamos maricones.»