Botellón nocturno en mogollón.
Elogiable por la valentía de quienes defienden su libertad siguiendo a Ayuso;
criticable por la intolerable dejación irresponsable de Sánchez, que lo
permite. Atiendan bien y no se líen pensando que hay dejación por parte de
Ayuso y defensa de la libertad individual por parte de Sánchez. No me sean ustedes
comunistas.
El pistoletazo de
salida de la pandemia es bueno y malo a la vez, según los rábulas de la
ortodoxia pepera. Es bueno porque es un zasca clamoroso frente a la intolerable
pulsión dictatorial del sanchismo, que atenta contra el derecho innato de las
personas a la libertad de hacer lo que les da la gana. Es malo porque supone
una intolerable dejación de sus responsabilidades (ilegítimas) de gobierno por
parte del sanchismo que nos abruma.
El razonamiento
viene a ser un aggiornamiento de la vieja aporía de Zenón de Elea: el veloz
Aquiles (Sánchez) nunca podrá rebasar en su carrera a la tortuga que le
antecede, porque para eso la tortuga cuenta a su favor con una seudo lógica, aireada
por los medios que le son afines (todos), que cubre en su argumentario todas
las infinitas eventualidades posibles e imposibles debido a las cuales Sánchez
es un canalla.
Se trata de un
juego vistoso, pero de recorrido corto. Es cierto que a mucha gente no le gusta
pensar por su cuenta, sino por procuración. En tiempos, esa procuración se efectuaba
de forma enteramente satisfactoria desde el púlpito, los domingos y fiestas de
guardar, y desde la Secretaría General del Movimiento en todo lo relativo a los
eventos consuetudinarios que acontecían en la rúa.
La modernidad ha
aportado novedades considerables, y ahora la gente que busca instrucciones
sencillas para moverse por el mundo evitando la fatiga de pensar por su cuenta,
puede elegir libremente entre diferentes órganos de prensa, cadenas de
televisión y redes sociales, con la plácida seguridad de que en todas partes el
sesgo de la información será el mismo, dirigido a una doble verdad y a una
doble moral, en función de si se está hablando del vuelo libre y veloz de la
sabia tortuga, o del torpe e inútil contoneo del miserable Aquiles, que solo
simula correr para engañarnos mejor.
A todo lo cual,
como nos lo explicó en su momento el llorado Manolo Vázquez Montalbán, se suma
la doble contabilidad del gran partido de la derecha incorrupta (incorrupta,
aclaro, únicamente en los tribunales, ese lugar remoto ubicado en las alturas
del Castillo de Kafka, donde una caterva de togados se afana en castigar con
severidad a los denunciantes de delitos económicos cuya comisión no es verificada
jamás fehacientemente por los juzgadores, debido a la circulación generosa, con
ese fin, de otro tipo de comisiones).
La pregunta del
millón es si toda esa arquitectura basada en el doble lenguaje, la doble moral
y la doble contabilidad, es sostenible en el tiempo. Se trataría de una enmienda
a la totalidad de Montesquieu, una democracia basada no en el equilibrio,
sino en el desequilibrio de los poderes. Toda esa construcción suntuosa está
basada en la fluidez de la mensajería que envía sobres anónimos con dinero en moneda contante procedente de
las distintas y numerosas cajas B, para alimentar de forma permanente una
realidad bipolar. Tanto trajín, en último término, se dirige a beneficiar a los de
siempre y a cargar, con una pesadez abrumadora, también sobre las espaldas de los
mismos de siempre.
Se puede disimular
el sofisma de fondo con la ayuda de estupefacientes y preparados alcohólicos de
diversa graduación. De ahí la funcionalidad de los botellones y las
manifestaciones caceroleras. Es posible disimular la debilidad de la aporía (se ha hecho) por una sola vez
para todos, o bien para siempre con un grupito muy exclusivo de personas. El
sentido común nos dice que no va a ser posible mantener esa doble realidad semántica,
ética y contable, todas las veces y para todas/todos.