lunes, 22 de agosto de 2016

ACCIDENTES LABORALES CON NOMBRE DE MUJER


Se constata un fuerte repunte de la siniestralidad laboral. Desde el año 2012 el número de accidentes de trabajo ha crecido un 12,3%, y los 276.069 siniestros registrados en el primer semestre de 2016 representan un 8,6% más que los ocurridos en el mismo periodo en 2015 (1).
Los sindicatos se inquietan; los empresarios y la administración, no. «La razón fundamental es el aumento de la actividad económica», señala el responsable de relaciones laborales de la CEOE, Jordi García Viña, que no percibe ninguna relación directa entre precariedad y siniestralidad, como sí señalan UGT y CCOO. Tampoco Javier Esteban, del ministerio de Empleo, ve nada anormal en las cifras, y apunta como posible causa del incremento el hecho de que ahora el control administrativo es mayor. Antes había muchos accidentes que no se registraban, ahora simplemente la contabilidad se lleva mejor. Es su diagnóstico, lo creamos o no.
Ni la patronal ni el ministerio encuentran, sin embargo, ninguna explicación al hecho de que el colectivo laboral más castigado por los accidentes sea el más afectado por la precariedad en el empleo y la contratación a tiempo parcial. Son las mujeres las que sufren el mayor número de accidentes, y los porcentajes son cuando menos significativos: la tasa de siniestralidad ha crecido desde 2012 un 8,2% para los varones y casi el doble, el 15%, para las mujeres.  
El decalaje se acentúa en los accidentes “in itinere”, es decir los que se producen en el trayecto de casa al trabajo y del trabajo a casa. Las mujeres, que representan un 45,5% de la población total ocupada, han sufrido el 56,77% de los accidentes de ese tipo. Se trata en su mayoría de accidentes de tráfico, y llama la atención la incidencia especial de las mujeres al volante (ellas son un 42% del total de conductores y ostentan un 40% de siniestralidad en términos globales, pero llegan casi al 60% en este tipo de circunstancias).
Si la CEOE y Trabajo no perciben una relación entre el accidente y el estrés generado por una relación laboral precaria y parcializada, bien puede ser que lo que ocurra es que no desean percibirla. Cuando menos, sí cabe establecer una relación objetiva en el caso de los accidentes in itinere. Los minijobs implican la necesidad de acudir a dos o más empleos para subsistir, y si se multiplica el tiempo necesario para los desplazamientos, se multiplican en la misma medida las posibilidades de un accidente. Son habas contadas. La presión debida al trabajo incierto, el estrés y la fatiga, puede ser ignorada olímpicamente por las autoridades laborales. Supongamos entonces que las mujeres españolas tienden a asumir riesgos con una conducción deportiva hacia y desde sus lugares de trabajo. Pero aunque fuera así, no sería sensato acusarlas de impericia o de temeridad, dado el altísimo rendimiento deportivo de las mujeres españolas en Río. Mireia Belmonte, Carolina Marín, Maialen Chourraut, Ruth Beitia y las chicas de la gimnasia rítmica son la prueba del algodón de que es preciso buscar las razones de la siniestralidad en terrenos distintos del que representa la calidad del factor humano implicado.
 
(1) Todos los datos que se citan están extraídos del siguiente artículo de elpais, firmado por Javier Salvatierra: http://economia.elpais.com/economia/2016/08/21/actualidad/1471780912_711738.html