martes, 30 de agosto de 2016

UNA REUNIÓN PRESCINDIBLE


La reunión de Rajoy con Sánchez duró más o menos veinte minutos, y fue definida por el segundo como “prescindible”. En teoría, Rajoy era quien tenía que mover ficha: él tiene el encargo del rey de formar gobierno, y no le alcanzan los votos para una mayoría siquiera escuálida. Su oferta a Sánchez debía ser creíble, y además urgente, dado el plazo apremiante de los protocolos constitucionales.
No hubo oferta. Solo un displicente: “Yo tiro palante, y tú verás qué haces.”
Esta tarde, Rajoy insistirá en su discurso en la urgencia de la formación de un gobierno para pilotar la nave del Estado en las turbulencias económicas. La urgencia es, al parecer, algo que han de apreciar los demás, pero no él mismo. Para él no hay presión, y deja lo suficientemente claro en todo momento que cuando dice “un gobierno” hay que entender “mi” gobierno, con “mis” hechuras y “mis” condiciones.
Ese es el mensaje inequívoco que está emitiendo un hombre que nunca se ha visto a sí mismo como presidente del gobierno de la nación, sino como jefe indiscutido de un partido. Y qué partido. De modo que los modales en público de Rajoy vienen a traernos recuerdos del viejo cuento de Alí Babá, en la persona y la fachenda del capitán de los cuarenta ladrones.
No es imprescindible saber los pormenores de lo que se habló a lo largo de veinte minutos de conversación prescindible. Sabemos que no hubo ofertas por parte de quien estaba obligado a hacerlas, que no se transparentó el menor deseo de ampliar la base de consenso para un gobierno que va a tener las cosas difíciles. Cabe sospechar que sí hubo alguna amenaza, muy presumiblemente velada: “A ver cómo se lo explicas a los tuyos”, y cosas por ese estilo.
La política española no está técnicamente en un impasse. Hay fuerzas muy vivas moviéndose en todas direcciones, por la izquierda como por la derecha. Es esta enorme rueda de molino, esta rémora, este santón catatónico, lo que es urgente remover de la encrucijada crítica en la que se ha plantado, porque ocupa todo el espacio disponible y todavía se repapa en la suerte.
Es urgente la formación de un gobierno, sí, bien sea de progreso, o continuista, o transitorio y de circunstancias, o de salvación nacional. Pero más urgente todavía es que no lo presida Mariano Rajoy.