jueves, 25 de agosto de 2016

RUMBO A VENTOTENE


Merkel, Hollande y Renzi, los mandones de la Unión Europea desde que David Cameron se pegó el tiro en el pie, se han reunido en la pequeña isla italiana de Ventotene para analizar las consecuencias del Brexit y la línea política conjunta a seguir por la Unión.
La elección de Ventotene como lugar de reunión obedece a un simbolismo profundo. La isla apenas tiene 2 km de diámetro, 139 m de altitud máxima, y forma parte del archipiélago pontino, en el Tirreno. En la antigüedad recibió el nombre de Pandataria, y fue uno de los lugares favoritos utilizados por los césares para desactivar a sus mujeres díscolas. Allí estuvieron internadas sucesivamente Julia, hija de Augusto; Agripina, sobrina de Tiberio, y Octavia, esposa de Nerón. Agripina la Mayor tuvo entre ellas el destino más cruel: murió de hambre, privada de todo alimento por orden de su tío el emperador.
Los jerarcas fascistas de la Italia mussoliniana, siempre bien dispuestos a emular las glorias del antiguo imperio romano, se sirvieron en 1941-43 del mismo pedazo de tierra emergida para deportar y tener bajo riguroso control a adversarios políticos incómodos. En Ponza, la isla mayor, estaba ubicado el centro de internamiento principal, cuyos recuerdos nos ha dejado Giorgio Amendola en la crónica autobiográfica Un’isola; Ventotene, a unos 40 km, era un presidio complementario de Ponza por expresarlo de alguna manera, pero contó con huéspedes ilustres: Sandro Pertini, que sería presidente de la República muchos años después; Lelio Basso, Altiero Spinelli, Ernesto Rossi, y la plana mayor del PCI, no solo Amendola sino Terracini, Longo, Secchia, Scoccimarro, Eugenio Curiel y otros muchos militantes destacados.
El simbolismo buscado por los tres líderes punteros de la UE reside en el manifiesto Per una Europa libera e unita, redactado en Ventotene de forma clandestina por Spinelli y Rossi, y considerado uno de los documentos históricos que prefiguraron la Unión Europea. Se propone en dicho texto una federación de estados europeos a imagen de los Estados Unidos de América, con un parlamento, una constitución y un gobierno comunes. La idea de recordar y rendir homenaje a la propuesta de Spinelli y Rossi es excelente, aunque la propuesta en sí misma parece difícilmente factible en la situación actual. Falta saber si la elección de Ventotene ha sido un gesto grandilocuente pero vacío, un brindis al sol, o si detrás del símbolo apunta una rectificación del rumbo general mantenido por el alto funcionariado paneuropeo en los últimos años. Ojalá sea lo segundo.