domingo, 2 de octubre de 2016

A VER AQUÍ QUIÉN MANDA


Se trataba de que el andoba entendiese quién manda aquí. Que una cosa es ser el secretario general, y otra muy distinta mandar.
Y no había manera. Mira que se lo explicó clarito Felipe desde los medios. Como si no. Felipe es un activo imponderable en la organización, siempre está ahí, al quite, en un barrido como en un fregado. Para que se hagan una idea, Felipe viene a ser lo que el brazo incorrupto de Santa Teresa para el Caudillo que en paz descanse. Milagroso para unos, milagrero para los paladares más críticos.
Pues no es no. Erre que erre, primarias para no sé cuándo, congreso a continuación, y gobierno de la nación pasadas las calendas griegas. Un programón, con la que está cayendo.
Pero para casos de fuertes reticencias también hay remedios extra drásticos. No me refiero al incidente en el que, según dicen, Juan Cornejo le sopló los mocos en mitad del cónclave para la votación secreta. Mentira. Eso lo dicen quienes pretenden enfangarlo todo en una guerra sucia. ¿Para qué guerra sucia si todo puede resolverse con una simple votación democrática? En los casos difíciles, cuando los estatutos no son taxativos y la comisión de garantías vacila, se improvisa.
Hace muchos años presencié una extraña suerte del toreo, en una corrida a la que fui invitado por un amigo. Nada más salir el bicho de los chiqueros y ver tanto capote revoloteando en el ruedo, le entró el pánico y quiso saltar la barrera. Lo consiguió a duras penas; quedó cojo en el intento. Dios y ayuda costó sacarlo del callejón. Volvió por fin al redondel, pero en muy mal estado. Cojo, lo que se dice cojo. El presidente sacó el pañuelo para el cambio. Salieron los cabestros y las vaquillas y lo intentaron una y otra vez, pero como si no. El bicho no se movía, mugía aculado a la barrera, estaba muy, muy cojo. El tiempo pasaba, el sol empezaba a declinar.
Se improvisó una salida digna de aquella situación kafkiana. Un número de la Benemérita se situó en el burladero más próximo al animal, que evidentemente estaba sufriendo mucho, y le descerrajó un tiro en el oído a cuatro metros de distancia. El arrastre con las mulillas fue muy vistoso, amenizado por la música para que el respetable no quedáramos con mal sabor de boca.