Después de una muy encomiable
labor paciente dirigida a recoser los desgarrones, echar bálsamo en las heridas
y prodigar empatía, la gestora del PSOE presidida por Javier Fernández ha
propiciado un consenso prácticamente unánime de las baronías de cara al comité
federal que se celebra hoy domingo. No ha sido fácil, pero ahí está. Las
consultas a la militancia no están entre las tradiciones del partido, según el
barón extremeño Fernández Vara, pero en cambio las unanimidades espontáneas sí constan
en el acervo común. Se pasará sin grandes traumas de la unanimidad en el “no es
no” del comité federal de Pedro Sánchez, a la unanimidad paralela de la “abstención
no es apoyo” forjada por el equipo de Javier Fernández. Es posible que el PSC
desoiga la llamada del rebaño, en cuyo caso se le aplicará disciplina inglesa por
un tubo, a tenor de los estatutos. En lo que respecta a aquellos/as
diputados/as no específicamente catalanes que no respeten la notabilísima unanimidad
alcanzada, se les exigirá la entrega del acta y el abandono del grupo
parlamentario. Una cosa queda clara en todo este asunto: si la consulta a las
bases no está en las bellas tradiciones del PSOE, en cambio el “quien se mueva
no sale en la foto” sigue plenamente vigente.
La clave de toda la
operación radica en el interés superior de España y en el desiderátum de la
gobernabilidad. Se facilitará la investidura de Mariano Rajoy (“¡Cómo! ¿El
mismo Mariano de antes?” Sí, el mismísimo) pero se le someterá a un asedio riguroso
y continuado en sede parlamentaria. Tal como lo ha expresado Ramón Jáuregui,
portavoz del PSOE en el parlamento europeo, «hay que aprovechar un gobierno
débil para impulsar una agenda reformista». Eso mismo. Y si el PP no traga,
siempre quedará el recurso de bloquear su acción de gobierno y forzar nuevas
elecciones. Lo que en el juego de la oca se llama volver a la casilla inicial.
Dada la unanimidad
y la determinación presentes en las prietas filas del primer partido de la
oposición, nadie puede dudar de que, puestos en la ocasión, harán tal cosa sin pestañear.
Aquí no se amenaza en vano, tiéntense las ropas los populares, que la marea
viene crecida.
Su Majestad el rey Felipe
VI ha puesto también su granito de arena en la travesía del desierto que afrontamos.
En el discurso de entrega de los premios Princesa de Asturias, ha convocado una
España «alejada del pesimismo, el desencanto y el desaliento.» A su lado, en la
mesa presidencial, se sentaba Javier Fernández.