martes, 18 de octubre de 2016

DE LA RESISTENCIA A ULTRANZA AL MAL MENOR


Día a día, con precisión mediática calculada, la nueva dirección del PSOE, al tiempo que nos repite una y otra vez que todo está por decidir, se va colocando en la pendiente por la que rodará infaliblemente hacia la colaboración con el segundo gobierno de Mariano Rajoy, a cambio de algunas concesiones de menor cuantía y siempre con un escrupuloso respeto de las apariencias para evitar los qué dirán de las lenguas de doble filo.
No es asunto baladí, sino un auténtico acontecimiento en el panorama político; y las élites extractivas, siempre atentas a los augurios detectables en el vuelo de las aves y en las entrañas de las bestias, han empezado a dar signos de reaccionar en consecuencia. Podría estar cercano el momento de un buen barrido de la oposición-chusma encastillada en algunos grandes municipios, y con él de la recomposición en todo el marco institucional del poder omnímodo de la multinacional Dinero SL y sus diversas franquicias.
Apunto al respecto dos iniciativas aún prematuras, pero vendrán más. La primera es la declaración de Xavier García Albiol, dispuesto a ceder sus cuantiosos votos consistoriales en Badalona a un alcalde in pectore del PSC, con la finalidad de desalojar de la alcaldía a ERC y la CUP. Albiol no es a fin de cuentas más que un sheriff, pero en Barcelona un genuino representante de las tales élites extractivas, Alberto Fernández Díaz, hermano del ministro del Interior, capitoste del grupo municipal del PP y cargado con un pasado personal y una fortuna familiar ligados indisolublemente al régimen franquista, ha hecho la misma propuesta a los socialistas para desalojar a Ada Colau, que no es ni de ERC ni de la CUP. Alberto, un intelectual orgánico donde los haya, ha colocado en el mismo saco a los dos virus que infectan las municipalidades rebeldes: el independentismo (ERC-CUP) es uno, el otro es el “guerracivilismo”.
Curiosa la desmemoria histórica que patrocina Fernández Díaz, heredero de una saga familiar que se lucró tanto con la guerra civil como, muy en particular, con la situación posterior de acogotamiento de la disidencia. No es “guerracivilista” él, que pone siempre su mirada limpia en el futuro, sino los resentidos que se niegan a aceptar el derecho natural de los vencedores de antaño a eternizar su dominio.
Otro aspecto curioso es que el adalid del PP cuenta de forma explícita para la operación de acoso y derribo a Colau con los nominalmente independentistas agrupados en torno al ex alcalde Trías, que por su parte anda chicoleando por el cotarro, con la intención de pillar cacho.
Sopesadas con escrupulosa atención las correlaciones de fuerzas, la izquierda puede conservar aún una cierta esperanza debido a que Miquel Iceta, un superviviente nato de varios episodios cainitas en su formación, no se parece nada a Javier Fernández, ese asturiano honesto y realista que comanda provisionalmente la brigada acorazada San Telmo, más conocida como la del Mal Menor.