domingo, 16 de octubre de 2016

FERNÁNDEZ Y LA DEMIMONDAINE

El PSOE está en zugzwang, en feliz expresión extraída por mi amigo Quim González del vocabulario ajedrecístico. El zugzwang es aquella situación en la que el jugador de ajedrez pierde por tener la obligación de jugar. Si pudiera dejar pasar su turno, como en el póquer subastado o en el dominó, su posición se sostendría; pero cualquiera de las jugadas legales que tiene a su disposición le arrastra a la debacle.
Dado que es forzoso tomar una u otra decisión, es indudable que el partido va a sacrificarse por el bien de España. Lo cual nos lleva a una segunda cuestión, no menos comprometida que la primera: ¿De qué España? Tanto podría ser la del cambio como la de la permanencia, y Javier Fernández se esfuerza por convencernos de que ambas posibilidades siguen abiertas, de que él es neutral y de que, sea cual sea la decisión final, esta la va a tomar la militancia. Mientras, en elpais ya ha salido una encuesta que indica cuáles son las preferencias de los votantes del PSOE. No son lo mismo, sin embargo, militantes que votantes, un concepto mucho más gaseoso, por no decir etéreo. Y la reelección de Miquel Iceta al frente del PSC es un serio timbre de alarma sismológica: va en una dirección diametralmente opuesta al supuesto mainstream detectado por los sondeadores de elpais.
Hay rumores, dicho sea incidentalmente, de que se podría intentar resucitar una Federación Catalana del PSOE, confrontada con el PSC. No es imposible, desde luego, pero les remito de nuevo a lo que Quim González comenta sobre la situación de zugzwang. No da la sensación de que el remedio fuese mucho ni poco mejor que la enfermedad.
Así estamos, y Javier Fernández defiende con aspavientos su posición neutral y aglutinadora de voluntades en el conflicto interno. Me recuerda lo que le sucedió a Charles Swann, en la Recherche de Proust, cuando un amigo le comentó que había visto a Odette, su amante, en una maison de passe (lo que en catalán se denomina casa de barrets).
Swann corrió de inmediato a casa de Odette, a preguntarle si tal historia era cierta, y Odette le respondió que jamás había pisado uno de esos lugares. La respuesta fue tan rotunda que Swann sintió un alivio inmediato de la incandescencia de sus celos posesivos. Pero entonces Odette, en su ansia por remachar el clavo y dejar constancia completa de su buena fe, dio un pequeño paso en falso. Lo que añadió, y hubiese sido más prudente callar, fue, más o menos:
– Y si no lo hago es únicamente porque te quiero a ti, tonto; no porque me hayan faltado proposiciones de las madames más renombradas; alguna de ellas muy tentadora, no creas.

Recordatorio
El paso de un ciclón por el territorio de Haití ha dejado más de mil muertos, y el cólera puede multiplicar por varios guarismos las víctimas, dada la falta de medicamentos, el hambre y la miseria que invaden los campos de refugiados. La respuesta de la comunidad internacional ha tenido un perfil bajo, muy bajo. En recuerdo de aquella consigna viral cuando el atentado a las oficinas de Charlie Hebdo, «Je suis Charlie», ha empezado a despegar otra campaña con un eslogan más melancólico: «Nobody is Haití», nadie es Haití.