El colectivo llamado
“Comisionado de la Memoria” ha terminado su trabajo sobre el callejero de Madrid-capital
y alrededores con la propuesta de 47 cambios de nombres. Los he estado
examinando uno por uno. En general me parecen bien las propuestas, producto de
un sensato deseo de consenso amplio, y no de trágalas desafinados. El
nomenclátor madrileño lucirá más con los nuevos nombres. Una de las calles de
nombre más abiertamente fascista, “Caídos de la División Azul”, se redimirá con
el recuerdo de la matanza terrorista de la estación de Atocha: “Memorial 11 de
Marzo de 2004”. Tanto el PP como C’s han anunciado enmiendas al trabajo del
Comisionado, pero espero de ambas formaciones – el beneficio de la duda es siempre
de rigor en estos casos – que no enmienden ese cambio en concreto.
El paseo de Muñoz
Grandes pasaría a llevar el nombre de Marcelino Camacho; la calle José Luis de
Arrese honraría al Poeta Blas de Otero; la de los Héroes del Alcázar, a la
filósofa Simone Weil. La Avenida del Arco de la Victoria quedaría rebautizada
como Avenida de la Memoria. El cambio más chocante a primera vista es el de la
plaza Arriba España, que pasaría a denominarse Charca Verde. Suena duro, pero
existe una explicación: la plaza se forma a partir de un ligero ensanchamiento de
una calle, y la calle se llama Charca Verde. No hay intención aviesa, por
consiguiente, en la nueva propuesta. Nadie se dé por ofendido. Peor aún suena que
Charca Verde desemboque en Arriba España, y es precisamente lo que está sucediendo
con el nomenclátor actual.
Los cambios, entonces,
pintan bien, a mi juicio. Los tiempos de verbo en condicional de todo el párrafo
anterior obedecen a que, para consolidarlos de forma definitiva, está pendiente
todavía la opinión de las respectivas Juntas de Distrito. Pero si a las Juntas no
les parecen bien los nuevos nombres, no pasará nada grave. Se consensuarán
otras denominaciones. Las piedras serán las mismas en todo caso, los accesos
llevarán a los mismos lugares, y el cambio de nomenclatura no significará en
principio un cambio de sentido.
Salvo por el hecho
de que los nombres nunca son inocentes.
Hacía mucha falta una
mano de pintura en un nomenclátor procedente directamente de la dictadura, para
eliminar, o disimular, costrones y cochambres antiguas. De eso se trataba.
La noticia ha visto
la luz el mismo día en que ETA ha anunciado su desarme incondicional y
unilateral. Nos hemos quitado a un tiempo dos losas de encima.