sábado, 13 de abril de 2019

ALGARA ELECTORAL

A semejanza de lo que dijo Íñigo Errejón en otra ocasión y a propósito de otra sociología electoral, en el futuro la actual campaña entrará en los planes de estudio de las universidades. Es, de lejos, la más belicosa de la historia patria desde que Don Pelayo inició la suya particular arrojando pedruscos a la morisma por los peñascales de Covadonga. De hecho, Santi Abascal ha ido in situ a la cueva dispuesto a repetir la hazaña y liarse a pedradas, en este caso contra los progres, los separatistas y los islamistas que nos infectan.

No llegó la sangre al río. Había en el lugar “unos cientos de personas”, según la prensa. Bien arropados en banderas, eso sí, pero numéricamente insuficientes para tanta pretensión.

Y para colmo, la cofradía del Cristo de la Buena Muerte ha hecho llegar a Abascal el recado de que su presencia, y por extensión las de Casado y Rivera, no sería bienvenida en el desembarco de la Legión para la procesión del Jueves Santo, a los sones de “El novio de la muerte”. ¿Se han infiltrado los progres y los separatistas ─los islamistas, seguro─ en la cofradía malagueña?

Desde una perspectiva amplia de la campaña electoral, se comprende mejor la propuesta del Apóstol Abascal y Cierraspaña, de desmantelar el sistema de las pensiones. No habría habido Reconquista con un sistema adecuado de pensiones en el siglo VIII. De alguna manera los dos conceptos, “reconquista” y “pensiones”, son incompatibles entre sí. Es necesario elegir entre uno u otro.

Lo mismo pasa con el salario mínimo. Hay que considerar que una “algara” (la internada profunda de un cuerpo de tropas móviles en territorio enemigo para pillar a la sociedad civil desprevenida, arrasar las cosechas y hacer prisioneros que poner a la venta en los mercados de esclavos) contra el rojerío y la progresía, vendría a salir por un pico si se paga a la tropa una soldada decente. Es muy preferible, como propone Pablo Casado desde una visión estratégica profunda, rebajar el salario base y proponer primas especiales por saqueo y degüello. Lo que pierden los leales en nivel adquisitivo se gana para la causa con creces, en términos de belicosidad.

Espero desde mi refugio griego más exquisiteces ideológicas deparadas por la actual campaña electoral. Nuevos mítines poblados de banderas en Calatañazor, en el portillo de la Traición de la muralla zamorana, en el monasterio de San Pedro de Cardeña, en el recinto de las Navas de Tolosa y, cómo no, en los vericuetos de Sierra Nevada por los que se dio a la fuga pies para qué os quiero Boabdil el Chico mientras su madre le ponía de maricón para arriba, como si estuvieran los dos en una ceremonia de la expulsión en Gran Hermano VIP.