Diario de campaña
Por supuesto puedo
equivocarme, no tengo ninguna patente de infalibilidad. Mi percepción lejana (escribo
aún desde Grecia y no presencié en directo el Debate Part Two) es que el “Método
Rivera” vale para ganar debates, pero no elecciones; vale para sumar likes de una audiencia, pero no votos de
un electorado.
Y después de la
jornada del 28-A, intuyo que Rivera se va a encontrar solo, en un callejón sin
salida. Se ha ganado la enemistad una tras otra de todas sus opciones de pacto.
José María Aznar ha dictaminado que no es una persona fiable; Pedro Sánchez le ha
devuelto el cordón sanitario que el propio Rivera había diseñado; Pablo
Iglesias y Pablo Casado están decididos a pasarle factura por las gracietas que
les ha dedicado.
Y en el interior de
su propia formación, Inés Arrimadas está cogiendo vuelo. Ha pasado con nota el
purgatorio de Cataluña, y emerge como dirigente nacional, con escaño seguro en
el Congreso de los Diputados. Se lo ha currado, y muchos oídos van a estar
atentos a lo que diga en la nueva etapa. Alberto Carlos querrá taparla y ser él
quien chupe cámara; pero Inés tiene fuerza de convicción y cierta credibilidad,
y él ha echado por la borda las dos cosas solo para brillar en un debate.
¡En un debate, por
dios, que no es nada más allá del humo, el ruido y la furia! Debería tomar nota
del modo como ha pasado Pablo Iglesias ante las cámaras, sin embarrarse,
manteniendo las distancias con amigos, conocidos y saludados, y empleando el
medido tiempo de foco de que disponía en hacer propuestas sensatas. Mientras la
audiencia aclama a Rivera, los expertos señalan a Iglesias como ganador real.
En cualquier caso será el domingo, y no hoy miércoles, cuando se repartan los
premios.
Una última nota en
mi carné de campaña, volviendo ahora a lo que ocurrió al principio. Cayetana
Álvarez de Toledo puede convertirse andando el tiempo en la Arrimadas de los
populares. También ella ha sido enviada a hacer méritos al territorio hostil de
Cataluña, y ha mantenido el tipo, con un talante despectivo y faltón que a mí
me produce urticaria, pero que encandila a sus fieles. Es lista, tiene un
doctorado que puede enseñar, y es difícil que fracase: de partida las encuestas
le daban un escaño, de modo que solo si se queda en blanco su carrera se verá truncada
por causa de accidente.
La vía catalana parece
en estos momentos la que ofrece mejores perspectivas, dentro de su innegable dificultad,
para que las mujeres de nuestras derechas se abran camino entre la crema de la intelectualidad
madrileña. La intentó Soraya, y murió en el intento. Inés está dando ahora la
vuelta al ruedo después de adornarse con gracia por lances afarolados en una
faena de castigo. Cayetana parece que se apunta al experimento. Ellas pueden
ser las nuevas lideresas, con ese aire de gran mundo que les da el toque exótico/catalán, tan distinto de la
sosería de campanario de Aguirre o de Cifuentes.
Y con estas
reflexiones ociosas cierro por ahora mi diario de campaña. Todo lo que me queda
guardado en mi carné son los billetes del vuelo de mañana a Barcelona.