miércoles, 24 de abril de 2019

CANTO DEL CISNE DE RIVERA


Diario de campaña

Por supuesto puedo equivocarme, no tengo ninguna patente de infalibilidad. Mi percepción lejana (escribo aún desde Grecia y no presencié en directo el Debate Part Two) es que el “Método Rivera” vale para ganar debates, pero no elecciones; vale para sumar likes de una audiencia, pero no votos de un electorado.

Y después de la jornada del 28-A, intuyo que Rivera se va a encontrar solo, en un callejón sin salida. Se ha ganado la enemistad una tras otra de todas sus opciones de pacto. José María Aznar ha dictaminado que no es una persona fiable; Pedro Sánchez le ha devuelto el cordón sanitario que el propio Rivera había diseñado; Pablo Iglesias y Pablo Casado están decididos a pasarle factura por las gracietas que les ha dedicado.

Y en el interior de su propia formación, Inés Arrimadas está cogiendo vuelo. Ha pasado con nota el purgatorio de Cataluña, y emerge como dirigente nacional, con escaño seguro en el Congreso de los Diputados. Se lo ha currado, y muchos oídos van a estar atentos a lo que diga en la nueva etapa. Alberto Carlos querrá taparla y ser él quien chupe cámara; pero Inés tiene fuerza de convicción y cierta credibilidad, y él ha echado por la borda las dos cosas solo para brillar en un debate.

¡En un debate, por dios, que no es nada más allá del humo, el ruido y la furia! Debería tomar nota del modo como ha pasado Pablo Iglesias ante las cámaras, sin embarrarse, manteniendo las distancias con amigos, conocidos y saludados, y empleando el medido tiempo de foco de que disponía en hacer propuestas sensatas. Mientras la audiencia aclama a Rivera, los expertos señalan a Iglesias como ganador real. En cualquier caso será el domingo, y no hoy miércoles, cuando se repartan los premios.

Una última nota en mi carné de campaña, volviendo ahora a lo que ocurrió al principio. Cayetana Álvarez de Toledo puede convertirse andando el tiempo en la Arrimadas de los populares. También ella ha sido enviada a hacer méritos al territorio hostil de Cataluña, y ha mantenido el tipo, con un talante despectivo y faltón que a mí me produce urticaria, pero que encandila a sus fieles. Es lista, tiene un doctorado que puede enseñar, y es difícil que fracase: de partida las encuestas le daban un escaño, de modo que solo si se queda en blanco su carrera se verá truncada por causa de accidente.

La vía catalana parece en estos momentos la que ofrece mejores perspectivas, dentro de su innegable dificultad, para que las mujeres de nuestras derechas se abran camino entre la crema de la intelectualidad madrileña. La intentó Soraya, y murió en el intento. Inés está dando ahora la vuelta al ruedo después de adornarse con gracia por lances afarolados en una faena de castigo. Cayetana parece que se apunta al experimento. Ellas pueden ser las nuevas lideresas, con ese aire de gran mundo que les da el toque exótico/catalán, tan distinto de la sosería de campanario de Aguirre o de Cifuentes.

Y con estas reflexiones ociosas cierro por ahora mi diario de campaña. Todo lo que me queda guardado en mi carné son los billetes del vuelo de mañana a Barcelona.