jueves, 18 de abril de 2019

EL VOTO DE LAS CLASES MEDIAS


Diario de campaña

En Ciudad Real, en un mitin del martes pasado, Casado definió al PP como “el partido de las clases medias”.

¿Quiere decir el líder de la gran derecha que él representa realmente  a las clases medias de nuestro país, o simplemente que espera que a pesar de todo le voten? Lo primero es objetivamente falso; lo segundo muy dudoso, a la vista del alarde de frivolidad que se permitió sobre lo que las clases medias son y lo que representan.

Este es el modo, bastante extraño, como Casado caracterizó al que considera su electorado básico: «Me quiero acordar de las clases medias, de las que nadie habla. De las personas que madrugan, las que se caen y se levantan, las que dejan de comer con tal de pagar sus deudas.»

Cuatro grandes acotaciones, que nos llenan de perplejidad:

a) Nadie habla de esas personas. O sea, no cuentan para nada. Hay un voluntarismo evidente en la expresión “me quiero acordar…” utilizada por Casado. Es que, si no hace un esfuerzo de concentración, ni se acuerda de ellas, a pesar de su afirmación previa de que son la sustancia de su partido.

Mal empezamos.

b) Madrugan. Chapó. No como las clases altas y las bajas, que se enredan entre las sábanas hasta el toque de campanas del mediodía, hora en que se levantan bostezando, las/los ricas/os para acudir sin falta a la misa de una, que hoy predica don Senén contra las perversas estrategias de las feminazis y los podemitas, y no se lo pueden perder; y las/los pobretonas/es para dirigirse con la cabeza gacha a la oficina de empleo más próxima, donde les han citado para fichar en un cursillo.

c) Se caen y se levantan. No atiendan ustedes a la materialidad misma de la expresión, sino a su simbolismo. Casado está pensando en el pequeño y mediano empresariado, y en sus dificultades para sacar adelante el negocio o los negocios en los que participa. Se caen con frecuencia, y además con todo el equipo, cuestión que por pudor Casado no menciona (las tribulaciones de las clases trabajadoras no son de su negociado). Se levantan con dificultades, porque en cuestión de préstamos la banca los mira con una ceja levantada. Muy probablemente para levantarse recurren a una ETT que les proporciona a precio de saldo una plantilla de quita y pon, a la que imponen horas extraordinarias y no pagadas por un tubo.

d) Dejan de comer con tal de pagar sus deudas. El concepto en sí es bastante enigmático. ¿Qué ha querido decir Casado? Hay mucha gente que no come, o más bien no come suficientemente, por no tener con qué. Hay parados de larga duración sin subsidio. Sabemos que una parte de la población (creciente, por desgracia) padece de déficit alimentario (y de pobreza energética también). Pero no es de eso de lo que habla el líder del PP.

Podríamos pensar, aunque la deducción es arriesgada, que esas “clases medias” que “dejan de comer” han hecho alguna especie de juramento: “mientras que no pague lo que debo, no como”. La magnitud de la deuda no puede tener relación con el coste de la comida, a no ser que se acuda a un restaurante catalogado en la guía Michelín con tres estrellas. Si lo que se debía son solo los 12 o 14 euros que cuesta el menú del día en un establecimiento decente “de clase media”, siempre es posible recurrir a las lentejas.

Ciertamente, existe un precedente para una conducta tan singular como la anunciada por Casado: la reina Isabel la Católica juró no cambiarse de camisa mientras no cayera Granada en su poder. En el campamento de Santa Fe eran famosos los efluvios procedentes de la tienda de campaña de la reina cuando madrugaba (eso sí, porque para algo era de clase media), y se caía del catre para levantarse de inmediato, debido a la rigidez adquirida por su camisa no mudada.

Otra interpretación de las palabras del líder de la derecha, aunque tal vez más aventurada que la anterior, sería que esa persona entrañable, representativa de nuestras clases medias, pagó una deuda por la mañana y se le hizo tarde para sentarse a almorzar en su restaurante de elección. “Qué más da”, se diría entonces nuestro héroe o heroína, “ya haré las paces con la cena”.

No se percibe ningún rastro de heroísmo en esa conducta, si es a eso a lo que se quería referir Casado. En cualquier caso su problema es otro, a saber lo que van a votar las clases medias el próximo 28A. Tengo mis sospechas de que el PP, con esa forma extravagante de salir valedor de los intereses y las preocupaciones del colectivo, no va a tener un gran resultado por ese lado. Hoy el enorme crecimiento cualitativo de las clases pudientes, las elites para entendernos, y el desmesurado crecimiento cuantitativo de los colectivos instalados en la pobreza o en sus aledaños, han adelgazado a la clase media de forma comparable a la loncha de jamón del bocadillo que nos sirven en el bar de la esquina.