Los sondeos de
opinión informan de que un 41% de las/los españolas/es incluidas/os en el censo
electoral todavía no saben a quién van a votar el 28-A. En una democracia como la
nuestra, basada en buena parte en el voto heterodirigido, esta cifra implica
que las bases todavía no tienen claro cuál de entre las que descienden de las
alturas es la consigna correcta, la que debe obligatoriamente ser seguida con todo
escrúpulo moral para no acabar siendo un/una traidor/ra a la causa, la mayor
abominación posible en una España y una Cataluña irresistiblemente polarizadas.
Avisa Patricia
Gosálvez, en el delicioso reportaje «Fabada con seis señoras bien» (elpais), de que
entre el barrio de Salamanca y la Colonia del Viso, eje geográfico del Madrid
bien pensante, retruenan las consignas proVox en los uachás: “En mi ambiente
suena mucho Vox, dicen lo que queremos oír”, confirma una de las señoras presentes
en la mencionada fabada, si bien otra critica a Abascal: “… tuvo hijos sin
pasar por la vicaría, va dando lecciones de unos principios morales que luego
no cumple.”
De los faros que iluminan
con su poderosa luz la opinión heterodirigida llegan mensajes confusos. La
iglesia anda hecha un lío, como revelan los uachás de las señoras del barrio de
Salamanca. El papa Francisco es infalible pero suena demasiado populista, y tampoco
al episcopado que tiene la sartén del campanario por el mango se le ve con un
criterio muy inequívoco. De Abascal está dicho todo con lo dicho antes; Alberto
Carlos anda mezclado en ambientes de cómicos, o sea con Malú; y Casado no da ni
mucho menos aquella imagen de seriedad compungida que desparramaba en torno
suyo Don Mariano Rajoy. Por un deber hacia los propios parroquianos formales de
toda la vida, la Cofradía del Cristo de la Buena Muerte se ha visto obligada a
pasar a los tres troneras el recado de que no se les espera en el desfile
malagueño de la Legión, a los sones del novio de la muerte. El mensaje es duro,
sin duda; pero así es el derecho divino.
Entonces, el éxito
del Trío Calaveras, como explica Enric Juliana en lavanguardia, ya no es la
hipótesis dominante. Pero ojo, que tampoco es descartable. Empuja en su favor
la consigna que viene del gran empresariado y la gran banca, acostumbrados a
que también en el mercado electoral, como en el otro, se haga lo que ellos dicen,
y punto.
En este caso la
consigna no es confusa, pero sí plural: vale cualquiera de las tres opciones de
la derecha. Para no correr el riesgo de equivocarse, el Ibex 35 las financia a
las tres. Tiene con qué: según noticia reciente, los consejeros de las empresas
punteras cobran por término medio 79 veces más que el promedio de sus
empleados. Los cuales son, a su vez, unos privilegiados en relación con el
término medio de todo el mercado laboral de fuerza de trabajo.
Tela marinera,
vaya.
Hay más
alternativas, sin embargo, y más escenarios posibles, incluso rocambolescos. En
Cataluña, Gabriel Rufián recomienda el voto útil a Esquerra Republicana a fin
de evitar que el PSC se sienta tentado a pactar con Ciudadanos para aplicar con
saña el artículo 155.
Si esa es toda la
utilidad perceptible del voto ciudadano, la solución solo puede consistir en elegir
entre una de dos alternativas drásticas: echarse al monte o echarse a llorar.
En definitiva, mucho
voto oculto, mucha indecisión ciudadana y popular que solo se resolverá a
última hora, con toda probabilidad a golpe de vísceras; y no precisamente del
cerebro, que, como dice Woody Allen es solo su segunda víscera favorita.