Algunas mujeres nada mediocres
en un acto de la Fundación Cipriano García de CCOO, en Barcelona.
La escritora Espido
Freire, entrevistada en lavanguardia, afirma que toda mujer tiene el mismo
derecho que el hombre a ser mediocre. No he podido bucear más en el contexto de
esta frase sorprendente, porque lavanguardia me exige inscribirme como lector
acreditado, y yo no quiero inscribirme, a la vista de lo que eso viene a
implicar de colonización de mi fuero íntimo por algoritmos que determinan con
precisión mis gustos y mis necesidades de consumo, al margen absolutamente de mi voluntad
y participación.
Ahora bien, tomada
la afirmación de la escritora tal cual, es decir desgajada del contexto que
seguramente le dará algún sentido, resulta incoherente. Es oportuno que las
mujeres reivindiquen igualdad con los varones sobre la base de unas capacidades
equivalentes que en general son poco, o nada, reconocidas. Lo que resulta
paradójico en exceso es la reivindicación de un derecho cualquiera a la
sinsustancia.
No existe como tal, ni es concebible desde cualquier parámetro, un
derecho a la mediocridad. Todo lo más, cabe admitir la existencia, criticable,
de una tolerancia social desigual hacia la mediocridad del varón y de la mujer.
Pero el mundo de los derechos es uno, y muy otro el del laissez faire, laisser passer en la vida social de las personas.
Reivindicar un “derecho”
a la mediocridad de género sería, además, contraproducente. Las mujeres pueden
quejarse con razón ─imagino que por ahí van en realidad los tiros de Espido
Freire─ de que la excelencia y el prestigio resultan más fáciles y más “baratos”
en muchas facetas de la vida para los varones. Pero todos/as saldríamos perdiendo
si existiera un derecho, adquirido o reivindicable, a la facilidad y a la baratura
en la conquista de un estatus social reconocido. Es decir, si bajáramos el
listón de la autoexigencia.
Demasiados/as
mediocres tenemos ya en tantos campos del saber y de la actividad, para que reivindiquemos
ahora derechos de cualquier tipo para la situación de quienes ya vienen ejerciendo
a tiempo completo y remunerado de sansirolés.