El señorito Iván de cacería, acompañado por Paco el Bajo (fotograma de la película “Los santos inocentes” de Mario
Camus, sobre la novela de Miguel Delibes).
Vuelve el
señoritismo. Ah, ¿pero se había ido alguna vez? La imagen definitiva de esta
lacra de la España profunda es la del señorito Iván disparándole a la milana de
Azarías porque sí, porque está cabreado, porque se aburre. Sucede en Los santos inocentes, de Miguel Delibes.
Javier Ortega
Smith-Molina, hispanoargentino, secretario de Vox, ha reeditado la imagen displicente
del señorito Iván al mirar a otra parte en el pleno del Ayuntamiento de Madrid
cuando una víctima de la violencia de género, Nadia Otmani, le recriminaba una
intervención en el pleno en la que había negado la existencia de la violencia
de género. Ortega Smith no quiere enterarse de las realidades que le
desagradan, que ponen en cuestión su concepción de un mundo bien dispuesto y
arreglado para su medro particular. Ortega Smith es la quintaesencia del
señorito.
Tiene defensores,
además. El alcalde Almeida lo defendió y quiso evitar su reprobación por parte
del pleno. No lo consiguió, y la reacción del reprobado fue también
paradigmática: «Me importa un bledo.»
Los señoritos tienen
multitud de amigos en las altas esferas. De otro modo no se explicaría lo suyo.
Ortega Smith cuenta con la adhesión incondicional del alcalde del PP. El líder del PP Pablo Casado va a
posibilitar una vicepresidencia del Congreso para los señoritos de Vox. Rocío
Monasterio ha encontrado en el Colegio de Arquitectos ambiente propicio para
armar una coartada contra la acusación de intrusismo que le hacían algunos por
haber firmado obras sin tener el título. El Colegio ha dictado una resolución
que quedará en los anales del surrealismo: no puede entrar en la acusación de
intrusismo porque la señora Monasterio no estaba colegiada en el momento de los
hechos. ¡Angelitos del cielo! ¿De qué trata entonces la acusación de
intrusismo, si no es precisamente de que la señora no estaba colegiada cuando
firmó como si lo estuviera?
La figura del
señorito ha estado desde siempre ligada a la del cacique. Se trata de dos
pilares fundamentales de una estructura política y social determinada. Los herederos de
Franco han ejercido a lo largo de años la doble función de señoritos y de
caciques. Ahora han subastado las joyas de la familia, al parecer con un
resultado económico muy inferior al que esperaban.
El caciquismo y el
señoritismo cotizan a la baja en el mercado de valores, pero no todo está
perdido: existe todo un movimiento sociopolítico de la gente fina, de la casta
de toda la vida, para traerlos de vuelta. Vox tendrá una vicepresidencia en el
Congreso: Casado y Arrimadas avalan la extravagante maniobra.