Los nuevos modos de
la política han arruinado la festividad de los Inocentes. Antes los bulos tendían
a concentrarse en un día del calendario, el de hoy. Ahora cualquier día es bueno
para soltar la parida. Nos dicen que han visto a un buey volar, y ya tenemos la
réplica en los labios: “Espera, que aún no sabes la última de Vox.”
Con tantas noticias
en portada de los medios que parecen inocentadas, el 28 de Diciembre va a quedar
reservado, en el nuevo paradigma, a algunas inocentadas que podrían ser
noticia. El maestro Josep Ramoneda ha elegido precisamente esta fecha para
publicar una reflexión trascendente. La titula La penúltima oportunitat (sí, se publica en catalán y en elpais.cat,
como si se tratara de una materia de opinión meramente regional: esa es precisamente
la inocentada.)
Ramoneda habla de las
zalemas y los besalamanos al rey, como consecuencia de un discurso insulso de
nochebuena, y en particular por parte de Iglesias y Echenique. Tanto y tan
ruidoso consenso para afirmar que el rey no está desnudo es interpretado por el
articulista en el sentido de que se están ofreciendo seguridades de que la
Constitución no se va a tocar.
Es una renuncia
forzada (la reforma podría ser mucho peor que el texto actual) y solo el
independentismo catalán de izquierdas disiente, por las razones que todo el mundo conoce;
pero el solemne paripé escenificado por las izquierdas que aspiran a gobernar
no está impidiendo el vocerío de las derechas ultramontanas de coloridos varios,
que no aman la Constitución y ven en el rey solo al heredero del caudillo. Sánchez
es abroncado reiteradamente como cómplice y compinche de todos los crímenes
políticos pasados, presentes y futuros, desde el moro Muza hasta Bildu. (No, no
exagero y esta afirmación no es, qué más quisiera yo, una broma de Inocentes.)
Dice Ramoneda que
la izquierda aparece dubitativa ante su gran oportunidad. Los dedos se le
vuelven huéspedes, y se deja dominar por el temor de dejar flancos al
descubierto. Está claro que Sánchez no se siente seguro en su silla, y por eso ha
anunciado que congela la subida de las pensiones y del salario mínimo hasta que
cristalice una investidura efectiva.
Comprendo la lógica
de fondo del razonamiento del presidente en funciones, pero el incienso de la izquierda plural al rey,
por un lado, y el anuncio al mismo tiempo, por el gobierno, de la
congelación ─provisional, de acuerdo─ de unos salarios mínimos y unas pensiones
insuficientes, están emitiendo posiblemente una señal equivocada. Las reformas
urgentes se retraen, pero mientras tanto los empresarios no dejan de gritar sobre
lo intolerable de las medidas fiscales “confiscatorias” pactadas en Barcelona. La
prudencia exquisita de la primera parte contratante parece conducir de forma
matemática a una intensidad mayor del energumenismo de la segunda parte: “¡Grita
más, que ya se la están envainando!”
Y luego está
Cataluña, esa inmensa cortina de humo que lo tapa todo. «La cuestión catalana
no puede servir eternamente de coartada para aplazar las urgencias del
presente.» Lo dice Ramoneda. Lo dice un 28 de Diciembre.