sábado, 28 de diciembre de 2019

DÍA DE INOCENTES


Los nuevos modos de la política han arruinado la festividad de los Inocentes. Antes los bulos tendían a concentrarse en un día del calendario, el de hoy. Ahora cualquier día es bueno para soltar la parida. Nos dicen que han visto a un buey volar, y ya tenemos la réplica en los labios: “Espera, que aún no sabes la última de Vox.”

Con tantas noticias en portada de los medios que parecen inocentadas, el 28 de Diciembre va a quedar reservado, en el nuevo paradigma, a algunas inocentadas que podrían ser noticia. El maestro Josep Ramoneda ha elegido precisamente esta fecha para publicar una reflexión trascendente. La titula La penúltima oportunitat (sí, se publica en catalán y en elpais.cat, como si se tratara de una materia de opinión meramente regional: esa es precisamente la inocentada.)

Ramoneda habla de las zalemas y los besalamanos al rey, como consecuencia de un discurso insulso de nochebuena, y en particular por parte de Iglesias y Echenique. Tanto y tan ruidoso consenso para afirmar que el rey no está desnudo es interpretado por el articulista en el sentido de que se están ofreciendo seguridades de que la Constitución no se va a tocar.

Es una renuncia forzada (la reforma podría ser mucho peor que el texto actual) y solo el independentismo catalán de izquierdas disiente, por las razones que todo el mundo conoce; pero el solemne paripé escenificado por las izquierdas que aspiran a gobernar no está impidiendo el vocerío de las derechas ultramontanas de coloridos varios, que no aman la Constitución y ven en el rey solo al heredero del caudillo. Sánchez es abroncado reiteradamente como cómplice y compinche de todos los crímenes políticos pasados, presentes y futuros, desde el moro Muza hasta Bildu. (No, no exagero y esta afirmación no es, qué más quisiera yo, una broma de Inocentes.)

Dice Ramoneda que la izquierda aparece dubitativa ante su gran oportunidad. Los dedos se le vuelven huéspedes, y se deja dominar por el temor de dejar flancos al descubierto. Está claro que Sánchez no se siente seguro en su silla, y por eso ha anunciado que congela la subida de las pensiones y del salario mínimo hasta que cristalice una investidura efectiva.

Comprendo la lógica de fondo del razonamiento del presidente en funciones, pero el incienso de la izquierda plural al rey, por un lado, y el anuncio al mismo tiempo, por el gobierno, de la congelación ─provisional, de acuerdo─ de unos salarios mínimos y unas pensiones insuficientes, están emitiendo posiblemente una señal equivocada. Las reformas urgentes se retraen, pero mientras tanto los empresarios no dejan de gritar sobre lo intolerable de las medidas fiscales “confiscatorias” pactadas en Barcelona. La prudencia exquisita de la primera parte contratante parece conducir de forma matemática a una intensidad mayor del energumenismo de la segunda parte: “¡Grita más, que ya se la están envainando!”

Y luego está Cataluña, esa inmensa cortina de humo que lo tapa todo. «La cuestión catalana no puede servir eternamente de coartada para aplazar las urgencias del presente.» Lo dice Ramoneda. Lo dice un 28 de Diciembre.