jueves, 17 de diciembre de 2020

CASI PON EL FÚTBOL

 


La coral de CCOO “Roig encés” nos felicita el nuevo año. Jordi Ribó asoma la cabeza, de cabello abundante pero níveo, al fondo en el centro. Se reconoce en la foto a muchos/as más amigos/as.

 

«Hasta el rabo todo es toro», publica hoy Jordi Ribó en una postal coloreada en FB. No se refiere a ninguna cuestión taurina y menos aún política, por mucho que ambas interpretaciones serían verosímiles, sino al fútbol. El FC Barcelona venció anoche a la Real Sociedad, y aún puede tener cosas que decir en esta Liga que se le ha puesto tan cuesta arriba.

El Barça de nuestros amores (quiero decir, los de Jordi y míos, no necesariamente los de usted, querido/a lector/a) ha sustituido en los últimos tiempos el malabarismo y el jogo bonito por el sufrimiento. Aun así, de vez en cuando gana. ¿Cabe la posibilidad de que gane lo suficiente para, viniendo desde atrás, llevarse en la próxima primavera el esprint decisivo? Hasta el rabo todo es toro, augura Jordi, y yo estoy con él.

La situación política tiene trazos bastante parecidos, si la miramos de determinada manera y con cierta disposición de ánimo. Los auspicios son todavía menos favorables que para el Barça, siento decirlo. Ayer los periodistas, que cumplen con celo envidiable y profesionalidad evidente los eventos parlamentarios, sorprendieron a Pablo Iglesias y María Jesús Montero, discutiendo en un pasillo. Él la llamaba a ella “derechosa”, y ella a él “cabezón”. Si hay en alguna parte un Ronald Koeman o un Zinedine Zidane encargado de dirigir la estrategia del equipo interministerial, le doy trabajo.

Sería un error minimizar estos dimes y diretes. Hay mar de fondo, se dan amagos de desenganche por uno y otro lado, y el bajel gubernamental se escora y cabecea visiblemente, aunque es difícil decir si hacia babor o estribor, con tanta marejada vaya usted a saber.

Mejor volver al fútbol que ejercer de profeta en una situación tan complicada. Recuerdo un chiste de Forges que no puedo citar literalmente porque lo tengo recortado y guardado en Barcelona. La situación es esta: Mariano se inclina hacia delante para no perder detalle de lo que ocurre en la pantalla del televisor. Concha se acerca por detrás y pregunta: «¿Por qué gritan tanto?» Mariano le da una larga explicación surreal que indica que los tertulianos en presencia se están tirando recíprocamente los trastos a la cabeza. Concha, antifutbolera acérrima como es de sobra conocido, apunta con desánimo la siguiente solución: «Casi pon el fútbol.»

Así que, mientras se ponen o no de acuerdo los componentes del gobierno descoaligado, aquí va un apunte de fútbol: Josep Laporta está haciendo su campaña electoral a la presidencia del Barça en Madrid.

Dicho de otra forma, el independentismo se funde con el sucursalismo, y las esencias sagradas de lo que alguna vez fue “más que un club” se ventilan de preferencia en territorio enemigo, mejor que en la fortaleza sitiada. Más provocación a los merengones, más votos culés en la urna, es el axioma.

“Volveremos a vernos”, está escrito en el pancartón de Laporta. Una variante subliminal del “tornarem a fer-ho”. Y también, expresado de otra manera, “hasta el rabo todo es toro”.