La coral de CCOO “Roig encés”
nos felicita el nuevo año. Jordi Ribó asoma la cabeza, de cabello abundante pero
níveo, al fondo en el centro. Se reconoce en la foto a muchos/as más amigos/as.
«Hasta el rabo todo
es toro», publica hoy Jordi Ribó en una postal coloreada en FB. No se refiere a
ninguna cuestión taurina y menos aún política, por mucho que ambas
interpretaciones serían verosímiles, sino al fútbol. El FC Barcelona venció
anoche a la Real Sociedad, y aún puede tener cosas que decir en esta Liga que
se le ha puesto tan cuesta arriba.
El Barça de
nuestros amores (quiero decir, los de Jordi y míos, no necesariamente los de
usted, querido/a lector/a) ha sustituido en los últimos tiempos el malabarismo
y el jogo bonito por el sufrimiento.
Aun así, de vez en cuando gana. ¿Cabe la posibilidad de que gane lo suficiente
para, viniendo desde atrás, llevarse en la próxima primavera el esprint
decisivo? Hasta el rabo todo es toro, augura Jordi, y yo estoy con él.
La situación
política tiene trazos bastante parecidos, si la miramos de determinada manera y
con cierta disposición de ánimo. Los auspicios son todavía menos favorables que
para el Barça, siento decirlo. Ayer los periodistas, que cumplen con celo
envidiable y profesionalidad evidente los eventos parlamentarios, sorprendieron
a Pablo Iglesias y María Jesús Montero, discutiendo en un pasillo. Él la
llamaba a ella “derechosa”, y ella a él “cabezón”. Si hay en alguna parte un Ronald
Koeman o un Zinedine Zidane encargado de dirigir la estrategia del equipo interministerial,
le doy trabajo.
Sería un error
minimizar estos dimes y diretes. Hay mar de fondo, se dan amagos de desenganche
por uno y otro lado, y el bajel gubernamental se escora y cabecea visiblemente,
aunque es difícil decir si hacia babor o estribor, con tanta marejada vaya usted
a saber.
Mejor volver al
fútbol que ejercer de profeta en una situación tan complicada. Recuerdo un
chiste de Forges que no puedo citar literalmente porque lo tengo recortado y
guardado en Barcelona. La situación es esta: Mariano se inclina hacia delante
para no perder detalle de lo que ocurre en la pantalla del televisor. Concha se
acerca por detrás y pregunta: «¿Por qué gritan tanto?» Mariano le da una larga explicación
surreal que indica que los tertulianos en presencia se están tirando
recíprocamente los trastos a la cabeza. Concha, antifutbolera acérrima como es
de sobra conocido, apunta con desánimo la siguiente solución: «Casi pon el
fútbol.»
Así que, mientras
se ponen o no de acuerdo los componentes del gobierno descoaligado, aquí va un
apunte de fútbol: Josep Laporta está haciendo su campaña electoral a la
presidencia del Barça en Madrid.
Dicho de otra
forma, el independentismo se funde con el sucursalismo, y las esencias sagradas
de lo que alguna vez fue “más que un club” se ventilan de preferencia en
territorio enemigo, mejor que en la fortaleza sitiada. Más provocación a los
merengones, más votos culés en la urna, es el axioma.
“Volveremos a
vernos”, está escrito en el pancartón de Laporta. Una variante subliminal del “tornarem a fer-ho”. Y también, expresado
de otra manera, “hasta el rabo todo es toro”.