viernes, 18 de diciembre de 2020

PUIGDEMONT Y LA BURBUJA DE SAN JENARO

 


… a distant constellation
that’s dying in a corner of the sky.
These are the days of miracle and wonder
And don't cry, baby, don't cry.

Paul SIMON, ‘The boy in the bubble’

 

La sangre de San Jenaro no se licuó el pasado día 16 en Nápoles, a pesar de dos turnos de rogativas mañana y tarde, y de una misa especial. Es un mal presagio sin duda, pero no se sabe bien qué es lo presagiado.

Podría ser que las vacunas no surtieran el efecto milagroso previsto, y estemos condenados a vivir unas postnavidades en postconfinamiento postcovid. O a morir en el intento, lo que sería bastante peor.

Otro posible augurio, más tenebroso incluso, sería la eventualidad de una dimisión en bloque del Consejo General del Poder Judicial, al que tanto queremos y que tanto nos quiere. Los jueces, en una coyuntura tan cataclismática, provocada por la injerencia sin precedentes del Ejecutivo en su reiterada práctica de proceder a nombramientos en tiempo de postprórroga, tal vez podrían negociar el acogerse a un ERTE y seguir cobrando sus magros emolumentos mientras se sustancia su jubilación, que en este caso no sería anticipada sino considerablemente atrasada.

Otras desgracias relacionadas con la sangre seca del ciudadano Jenaro son posibles. Del terreno de lo tenebroso podríamos pasar tal vez a lo cósmico (lean bien: he dicho “cósmico”, no “cómico”). Tal vez no hemos prestado, entre todos, atención suficiente al hecho de que, para decirlo con Paul Simon, “una constelación lejana está muriendo en un rincón de la galaxia. Vivimos días de milagros y maravillas, y no llores, niño, no llores.”

Pongamos que la constelación fuera Cataluña, tal como la conocimos muchos hace no tantos años. Pongamos que los niños que lloran ante tanta maravilla seamos nosotros, al ver a Carles Puigdemont declinar ante el pleno del Parlament Eurupeu aquella máxima forjada en tiempos ya legendarios por un catalán ilustre de Palau de Plegamans, Groucho Marx: «¡Más maera!» (Groucho en realidad dijo “Més fusta!”, pero su grito reivindicativo fue censurado por los de siempre.)