No es la
Constitución lo que defiende la derechona, sino las sucesivas reformas
laborales, la ley mordaza, las exenciones y moratorias fiscales, la inmunidad
como principio rector de las conductas públicas, el control férreo del poder
judicial. ¿Es justo llamar “régimen del 78” a esa tela de araña de privilegios
solapados y llamadas a la injusticia para reprimir toda veleidad de “desorden”,
concebido éste como un orden distinto y menos favorable a los ricos?
Evidentemente, no.
Hay un constitucionalismo
fake que aparece ahora de nuevas, entre
fantasías de fusilamientos que servirían para conseguir lo que las urnas están
negando. Algunos carcamales ─no solo jubilados y eméritos─ recién empiezan a
considerar la democracia en peligro, después de cuarenta años de echar sapos y
culebras contra la funesta partitocracia que se nos venía encima. Se llenan la
boca con el mismo Estado de Derecho que están saboteando con su trabajo de
zapa. Alertan del peligro de convertirnos en una segunda Venezuela, cuando no
sabrían localizar correctamente a la primera en un mapamundi.
No se trata de una
pulsión espontánea, no lo crean. Estamos hablando de gente encuadrada, que vive
la disciplina y la jerarquía como cosas innatas en la naturaleza del hombre en
tanto que “mitad monje y mitad soldado”. No están acostumbrados a pensar por su
cuenta, y lo del “pensamiento único” que han leído en el último boletín de la
cofradía, les parece algo temible sobre todo por lo incógnito. “Eso es malo,
¿verdad?”, se dicen unos a otros señalando con el índice extendido el renglón
en el que aparece escrita negro sobre blanco la abominación.
Tenemos que volver del
revés aquello que decía Adolfo Suárez en el 78, y llevar a la calle como normal
lo que en nuestro ordenamiento jurídico es simplemente normal. Sacar brillo a todo
ese articulado magnífico, hoy deslucido por su utilización como arma arrojadiza
por capas de la sociedad que nunca habían defendido antes la Constitución porque preferían
las viejas Leyes Fundamentales del Movimiento.
Cierto que el
mecanismo constitucional va quedando anticuado en algunos aspectos, debido a
las profundas mutaciones que se están dando en nuestra sociedad. Como una
imagen vale más que mil palabras, basta para comprobarlo el cartel que tienen
arriba, editado por CCOO para llamar al mundo del trabajo a votar “SÍ”, sin tener
miedo a lo nuevo, a la Constitución que abría las puertas del país a la
democracia sin adjetivos.
Se constata en el
cartel en cuestión que la idea que teníamos del mundo del trabajo era
inequívocamente ruda, feísta y viril. Sin duda hoy mismo el cartel que
difundiría el sindicato sería muy distinto.