lunes, 7 de diciembre de 2020

NO ES LA CONSTITUCIÓN

 


No es la Constitución lo que defiende la derechona, sino las sucesivas reformas laborales, la ley mordaza, las exenciones y moratorias fiscales, la inmunidad como principio rector de las conductas públicas, el control férreo del poder judicial. ¿Es justo llamar “régimen del 78” a esa tela de araña de privilegios solapados y llamadas a la injusticia para reprimir toda veleidad de “desorden”, concebido éste como un orden distinto y menos favorable a los ricos?

Evidentemente, no.

Hay un constitucionalismo fake que aparece ahora de nuevas, entre fantasías de fusilamientos que servirían para conseguir lo que las urnas están negando. Algunos carcamales ─no solo jubilados y eméritos─ recién empiezan a considerar la democracia en peligro, después de cuarenta años de echar sapos y culebras contra la funesta partitocracia que se nos venía encima. Se llenan la boca con el mismo Estado de Derecho que están saboteando con su trabajo de zapa. Alertan del peligro de convertirnos en una segunda Venezuela, cuando no sabrían localizar correctamente a la primera en un mapamundi.

No se trata de una pulsión espontánea, no lo crean. Estamos hablando de gente encuadrada, que vive la disciplina y la jerarquía como cosas innatas en la naturaleza del hombre en tanto que “mitad monje y mitad soldado”. No están acostumbrados a pensar por su cuenta, y lo del “pensamiento único” que han leído en el último boletín de la cofradía, les parece algo temible sobre todo por lo incógnito. “Eso es malo, ¿verdad?”, se dicen unos a otros señalando con el índice extendido el renglón en el que aparece escrita negro sobre blanco la abominación.

Tenemos que volver del revés aquello que decía Adolfo Suárez en el 78, y llevar a la calle como normal lo que en nuestro ordenamiento jurídico es simplemente normal. Sacar brillo a todo ese articulado magnífico, hoy deslucido por su utilización como arma arrojadiza por capas de la sociedad que nunca habían defendido antes la Constitución porque preferían las viejas Leyes Fundamentales del Movimiento.

Cierto que el mecanismo constitucional va quedando anticuado en algunos aspectos, debido a las profundas mutaciones que se están dando en nuestra sociedad. Como una imagen vale más que mil palabras, basta para comprobarlo el cartel que tienen arriba, editado por CCOO para llamar al mundo del trabajo a votar “SÍ”, sin tener miedo a lo nuevo, a la Constitución que abría las puertas del país a la democracia sin adjetivos.

Se constata en el cartel en cuestión que la idea que teníamos del mundo del trabajo era inequívocamente ruda, feísta y viril. Sin duda hoy mismo el cartel que difundiría el sindicato sería muy distinto.