Moisés y Aarón en el desierto,
delante del tabernáculo del Arca de la Alianza, según horrenda pintura de
Leopold Layer. (Fuente: mitos y más)
Cataluña es la
ciudad alegre y confiada, la Pompeya que banquetea en la línea recta que va
desde el inofensivo cráter del Vesubio hasta la orilla del Mare Nostrum. Es
inverosímil que en el Edén que habitamos nos veamos afectados por plagas bíblicas,
nos decimos, porque aquellos tiempos se fueron para siempre y nosotros somos, considerados
en conjunto y visto todo en perspectiva, gente afortunada. Sí, es cierto que
estamos padeciendo un simulacro de plaga con el covid, pero desde una sensatez
conspiranoica que se aviene mucho con nuestro carácter, tendemos a verla como
un invento del doctor Simón y el ministro Illa para restringir nuestra libertad
última de viajar los “findes” (palabra de ley según reciente disposición de la
RAE) a nuestra segunda o tercera residencia en la Cerdaña, lugar próximo a la
Andorra donde guardamos nuestros ahorros en la banca opaca de nuestra
predilección.
Conviene, sin
embargo, examinar con detenimiento los datos que tenemos a nuestro alcance
sobre las plagas bíblicas. Los manuscritos antiguos dicen que fueron siete y
las mandó Jehová para liberar a su Pueblo Elegido, dado que Faraón insistía en utilizarlo en la industria de la construcción de pirámides como mano de obra barata.
La analogía es
fácil: Jehová sería Jordi Pujol, Faraón el gobierno de Madrit, y el Pueblo Elegido
el de los buenos catalanes agrupados en ANC y Omnium.
Hasta el momento,
entonces, habríamos sufrido tres plagas: Mas, Puigdemont y Torra. Faltan cuatro
aún para que se ablande el corazón pétreo de Faraón. A propósito, convendría ir
pintando con sangre de cordero pascual el dintel de nuestras viviendas, de modo
los fieles a Jehová Pujol seamos reconocidos por el Ángel que pasará de noche e
invisible. No vayamos a pifiarla por un descuido u omisión involuntaria.
Laura Borràs podría
muy bien ser la cuarta plaga. Ha arrasado en las casi desiertas primarias de la
formación Esmicolats x Cat, y aspira a okupar su banda de la plaça Sant Jaume,
que contiene el tabernáculo donde se guarda el Arca de la Aliança (rota por el
momento). Ya sé que las encuestas dan pocas opciones a Laura, pero las
encuestas solo son encuestas, y la chica, reconocerlo es de justicia, tiene una
pinta de plaga que no se lame.
Quien avisa no es
traidor. Ahí viene la plaga, y será la cuarta. Luego, todavía nos quedará pasar
por tres más. Finalmente, tendrá que funcionar otra vez el viejo truco del mar
Rojo para detener a los carros de Faraón, y nos quedará todavía por delante la
perspectiva de una larga travesía del desierto.
Son los pequeños inconvenientes
históricos que presenta nuestra indudable condición de Pueblo Elegido.