El lirio junto al balcón, días
28 y 29 de diciembre, hacia mediodía. Detrás, la albahaca de hoja ancha; cuando
la plantamos, en septiembre, apenas se despuntaba del borde del macetero.
Tenemos ya billete
de avión para volver a Barcelona, vía Madrid. Hay muchas incógnitas aún sobre
el asunto, de momento nos ha ocurrido que reservamos para el día 24 de enero,
domingo, y a las 24 horas el vuelo estaba cancelado. Hemos podido cambiar la
reserva sin problema para otro día, no digo cuál para no gafarlo, pero quién
sabe cuántas incidencias más habrá hasta la marcha de verdad, maleta en mano.
Y el tiempo, después
de pasadas las austeras fiestas en el círculo familiar íntimo, se alarga de
forma desmesurada. Por la mañana el ruiseñor de la casa de enfrente refila con
sus trinos más jactanciosos, y le hace eco lastimero una tórtola de plumaje oscuro
que no ha emigrado al sur (aquí las tórtolas no emigran, son aves casolanas, de
costumbres invariables). Carmen y yo salimos a pasear con las mascarillas
puestas y pasamos frente a la tienda de especias, que embalsama el ambiente en
su torno. La especiera quería jubilarse ya y puso la tienda en venta, pero no
son buenos tiempos para el comercio y no le ha llegado aún ninguna oferta. De
modo que sigue abriendo todas las mañanas laborables y cuando nos ve pasar nos
saluda con un “kalimera”. Por aquí todos nos conocen ya.
Los días pasados ha
llovido fuerte, hoy en cambio el sol deslumbra con una luz fría, muy blanca.
Nuestros paseos nos llevan a las tiendas indispensables del barrio, la
panadería, el súper, el Lidl un poco más lejos para los quesos, el vino y el
chocolate Los viernes teníamos el mercadillo cuatro manzanas más abajo, en
dirección al estadio; pero no lo ha habido en nochebuena ni lo habrá para fin
de año, y es lástima porque el género que compramos en los tenderetes (naranjas,
tomates, hortalizas, pescado, olivas aliñadas) también podemos encontrarlo en
el súper, pero no es igual de bueno.
Cuando salimos hemos
de llevar en el bolsillo un impreso en el que hacemos constar día, hora y
motivo de la salida. Se supone que nos los puede pedir la policía, y multarnos
si no hay un motivo justificado para callejear. Nunca nos lo han pedido, esa inquisición
tiene lugar en las cercanías de Sintagma o de la Acrópolis, nunca aquí en
Egáleo.
De vuelta en casa
repaso la prensa electrónica y curioseo por facebook. Hoy no se me ocurre nada
que poner. Carmen me dice que no tengo ninguna obligación de postear todos los
días, y es verdad. Riego la mata de alfábrega (albahaca) que tenemos en el
balcón y llevo hasta ahí el lirio rojo que adorna la mesa del comedor, para
fotografiarlo. Ya le hice una foto ayer, cuando empezaba a abrirse el capullo
alargado como una espada, y saco otra hoy que los pétalos ya se han liberado.
Es una flor frágil, pero está creciendo con ímpetu. Espero que ocurra lo mismo
con nuestras esperanzas, que tienen el mismo color rojo intenso.