martes, 29 de diciembre de 2020

TRAVESÍA DE LOS DÍAS

 


El lirio junto al balcón, días 28 y 29 de diciembre, hacia mediodía. Detrás, la albahaca de hoja ancha; cuando la plantamos, en septiembre, apenas se despuntaba del borde del macetero.

 

Tenemos ya billete de avión para volver a Barcelona, vía Madrid. Hay muchas incógnitas aún sobre el asunto, de momento nos ha ocurrido que reservamos para el día 24 de enero, domingo, y a las 24 horas el vuelo estaba cancelado. Hemos podido cambiar la reserva sin problema para otro día, no digo cuál para no gafarlo, pero quién sabe cuántas incidencias más habrá hasta la marcha de verdad, maleta en mano.

Y el tiempo, después de pasadas las austeras fiestas en el círculo familiar íntimo, se alarga de forma desmesurada. Por la mañana el ruiseñor de la casa de enfrente refila con sus trinos más jactanciosos, y le hace eco lastimero una tórtola de plumaje oscuro que no ha emigrado al sur (aquí las tórtolas no emigran, son aves casolanas, de costumbres invariables). Carmen y yo salimos a pasear con las mascarillas puestas y pasamos frente a la tienda de especias, que embalsama el ambiente en su torno. La especiera quería jubilarse ya y puso la tienda en venta, pero no son buenos tiempos para el comercio y no le ha llegado aún ninguna oferta. De modo que sigue abriendo todas las mañanas laborables y cuando nos ve pasar nos saluda con un “kalimera”. Por aquí todos nos conocen ya.

Los días pasados ha llovido fuerte, hoy en cambio el sol deslumbra con una luz fría, muy blanca. Nuestros paseos nos llevan a las tiendas indispensables del barrio, la panadería, el súper, el Lidl un poco más lejos para los quesos, el vino y el chocolate Los viernes teníamos el mercadillo cuatro manzanas más abajo, en dirección al estadio; pero no lo ha habido en nochebuena ni lo habrá para fin de año, y es lástima porque el género que compramos en los tenderetes (naranjas, tomates, hortalizas, pescado, olivas aliñadas) también podemos encontrarlo en el súper, pero no es igual de bueno.

Cuando salimos hemos de llevar en el bolsillo un impreso en el que hacemos constar día, hora y motivo de la salida. Se supone que nos los puede pedir la policía, y multarnos si no hay un motivo justificado para callejear. Nunca nos lo han pedido, esa inquisición tiene lugar en las cercanías de Sintagma o de la Acrópolis, nunca aquí en Egáleo.

De vuelta en casa repaso la prensa electrónica y curioseo por facebook. Hoy no se me ocurre nada que poner. Carmen me dice que no tengo ninguna obligación de postear todos los días, y es verdad. Riego la mata de alfábrega (albahaca) que tenemos en el balcón y llevo hasta ahí el lirio rojo que adorna la mesa del comedor, para fotografiarlo. Ya le hice una foto ayer, cuando empezaba a abrirse el capullo alargado como una espada, y saco otra hoy que los pétalos ya se han liberado. Es una flor frágil, pero está creciendo con ímpetu. Espero que ocurra lo mismo con nuestras esperanzas, que tienen el mismo color rojo intenso.