miércoles, 30 de diciembre de 2020

UN MUNDO ESCINDIDO ENTRE DEVOTOS Y RÉPROBOS

 


El tímpano de la fachada principal de la abacial de Sainte-Foy de Conques.

 

Carmen y yo estuvimos dando vueltas por el Aveyron en el año 2006. Teníamos por entonces una afición muy marcada a las escapadas esporádicas de nuestros trabajos respectivos. Tomábamos a la menor oportunidad del calendario carretera y manta, y salíamos a ver el ancho mundo como hicieron muchos siglos atrás los Argonautas con un pretexto ínfimo (¿quién ha oído hablar desde entonces de un vellocino de oro?)

Nuestros pasos nos llevaron derechamente, en aquel trance, a Conques, el pueblo señoreado por la iglesia abacial de la Sainte-Foy, levantada entre los siglos VIII y XII. Una arquitectura magnífica, un entorno natural majestuoso, y un tímpano singular labrado en relieve.

Son dos, en rigor, los tímpanos que resumen el mundo medieval en el sur de Francia: el de Moissac (1) despliega la jerarquía, el de Conques la retribución. El Pantocrátor preside aquí el juicio final. Dos ángeles, arriba, llaman a juicio a los mortales haciendo sonar trompetas. Algunas cabezas (los “curiosos”) asoman por el borde de la escena para no perderse lo que ocurre. El juicio se desarrolla en el centro de la escena y los bienaventurados pasan, abajo a la izquierda, a un cielo sostenido por bellas arcadas, mientras los réprobos caen por la derecha en el infierno mediante un procedimiento singular: son tragados por un Leviatán colocado a la entrada, que los caga literalmente al lugar de los suplicios. Por encima del revoltillo de torturas y torturados, una inscripción dice, más o menos: «Pecadores, cambiad de vida o sufriréis un juicio terrible.»

Un mundo presidido por la fe, la jerarquía, el sacrificio, la amenaza de las torturas eternas. Un mundo tan parecido al nuestro. Los tatarabuelos de nuestros tatarabuelos pagaban los tributos sin rechistar, evitaban cruzarse en el camino de los señores, mataban el cochino, pisaban la uva y jugaban a la bestia de las dos espaldas, vivían con fruición el instante y peregrinaban una o dos veces en la vida para darse golpes de pecho delante de tímpanos historiados que les revelaban en crudo relieve el destino que les esperaba en el más allá.

Una norma que no es en absoluto desaconsejable para quienes nos disponemos a cruzar el umbral de otro año, con la esperanza de una mejoría en nuestros negocios y con el temor simultáneo a las pestes y las calamidades que nos pueden aguardar en el nuevo ciclo de la Tierra alrededor del Sol.

 


Conques visto desde el lateral de la Sainte-Foy.

(1) Ver http://vamosapollas.blogspot.com/2019/07/el-mundo-en-la-forma-de-un-timpano.html