Marc Márquez en el podio de
Sachsenring, el domingo pasado. (Fuente, El Periódico)
Saltó a la opinión el tema
del indulto a los políticos catalanes, y el jefe de la oposición dijo: “eso no
sucederá nunca”. Los medios de comunicación dispararon toda su metralla
mediática: “no se atreverán”, dijeron. La meritoria aupada a prima donna por la
crítica y el público a los que tanto quiere y que tanto la quieren, alertó de
que se quería pringar al rey en la maniobra, y se vertieron ríos de tinta escandalizada.
Se montó un zafarrancho promovido, según fuentes dudosas, por una bastante
deshilachada “sociedad civil”, para dar un simbólico puñetazo sobre la mesa, y
se puso en marcha una recogida no tan masiva de firmas, como refuerzo.
Prestaron su autorizada voz, en tales movilizaciones casi infalibles, personalidades
de mucha sustancia que han recorrido a lo largo de su trayectoria pública todas
o la mayoría de las posiciones de la rosa de los vientos; pongamos que hablo de
Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Rosa Díez o Andrés Trapiello. Se echó de
menos en esa cita de veletas eminentes a Toni Cantó, pero la perfección no es
de este mundo.
Los indultos han sido
concedidos, y ahora se habla ya de otra cosa. Ahora el leit-motiv es que los
indultos no sirven para nada, no tendrán ningún efecto, no rebajarán ninguna
tensión, no aliviarán ningún bloqueo, no tenderán ningún puente porque todos
los puentes están rotos y bien rotos.
En esta polifonía, hay que
distinguir entre la línea melódica del tema interpretado por el gobierno solista,
y la algarabía (des)concertante que la acompaña en todo momento desde la masa de
los instrumentos de viento tocados en sordina. Siempre alguien se adelanta a
señalar los errores morrocotudos y monumentales de Sánchez, de Iglesias, de
Simón, de Illa, de Calvo, de Díaz o de Ribera, y a vaticinar que esto se acaba,
debe ponérsele ya fin, en todas las encuestas el gobierno baja y la oposición
sube, Vox podría ser decisivo.
Pablo Casado acaba de
pedir a Sánchez, de buenos modos y sin chillar, que dimita ya y convoque
elecciones.
No va a colar. Sánchez
tiene otros planes, tiene un programa de gobierno que no ha variado desde la
investidura, y que avanza paso a paso en su cumplimiento. El día 29 se iniciarán
conversaciones en Cataluña, entre Aragonés y Sánchez.
Yo no me atrevo a
anticipar hasta dónde van a llegar esas conversaciones; pero tampoco voy a
darlas por fracasadas antes de que empiecen. Nadie daba un duro por Marc
Márquez en esta temporada de Moto GP, y el otro día ganó en Sachsenring
ocupando la cabeza de la carrera desde la primera hasta la última vuelta. No me
siento capaz de anticipar hasta qué tan arriba llegará Márquez en esta
temporada, en que compite con el cuerpo dolorido por una larga lesión, y con
una moto inferior a las de sus principales rivales.
Pero Marc Márquez, como
Rafa Nadal, o Pau Gasol, o Alexia Putellas en otros deportes, tiene cualidades
no desdeñables: consistencia, fiabilidad, ambición, espíritu de sacrificio. Son
todos ellos deportistas minuciosos en la preparación y concienzudos en la
competición. Saben lo que quieren, saben lo que necesitarán para conseguirlo,
están dispuestos a apretar los dientes para ir tan lejos como puedan llevarles
sus sueños.
Pedro Sánchez también.